El golpe seco.
El grito.
El olor de mis huesos al aire.
La absurda caricia del dolor.
El gesto arqueando el infinito.
Me recuesto contra la pared, lienzo para un dibujo indefinido.
Mi rostro... rojo pincel desteñido.
Suelo.
Escaleras.
Lloro mientras las bajo cual carrusel vertical.
Vértebras, costillas, articulaciones varias hacen sentir su presencia mordiendo mis ligamentos.
Caigo.
Otro golpe.
Y otro...
Y otro...
Y otro...
Una compleja hilación de nudillos y pies se abaten sobre mi.
La noción de espacio tiempo es un absurdo en este momento.
No quiero ni puedo levantarme.
Me quedo ahí. Recibiendo lo único que tiene para dar, la violencia sobrepasando los límites.
Un golpe...
El último...
...y todo por atreverme a decirle NO!.
En memoria de las mujeres que han sido y son golpeadas.
21/07/2006. –
Texto agregado el 02-08-2006, y leído por 214
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