Las campanas llaman al velorio. La tarde gris concentra mis emociones, transformándolas en dolor. Agonizo.
Mi familia se encuentra a mí alrededor. La felicidad, hoy esta ausente. Las lagrimas fluyen de sus ojos, irritados por el dolor. No se recuerdan sonrisas en esta habitación.
La lúgubre atmósfera ahoga las almas. Mi muerte está próxima...
Mi cuerpo no soporta más, mi voluntad... derrotada. Déjenme ir... desconéctenme...
Suplico por mi muerte,... totalmente irónico.
Ellos no escuchan mis súplicas,... duele.
No puedo soportar el dolor... no lo quiero soportar. Mátenme… ¡por favor!
Dulce Muerte escucha mis súplicas, y déjame descansar en paz. Ven y llévame a los confines del paraíso... llévame, te ruego.
El verde pasto es acariciado por la dulce brisa y el compás de la marcha fúnebre.
Todo está calmo en los alrededores, no hay pájaros en el cielo. Todo es silencio.
Muy a lo lejos se escucha la bendición de un cura, y los llantos de una joven mujer.
Todo es silencio... pero mi garganta se desgarra al tratar de pedir ayuda.
Toda mi vida, traté de conocer mis límites y superarlos... pero hasta aquí llegué... no soporto más. Deseo morir.
Con todas mis fuerzas logro entreabrir los ojos... allí está ella, es realmente hermosa, también están mis padres y algunos amigos... y... hay alguien más, no logro ver su rostro, su túnica negra cubre todo su cuerpo. Mi mente hace la pregunta... ¿quién eres?. De mente a mente su risa llegó a mis oídos... y con un leve toque de su gélida mano, mis penas y dolores... cesaron.