De seguro cada vez que miramos ese mar que tranquilo nos baña pensamos de inmediato en arena blanca mar azul, cuerpos bronceados, diminutos bikinis y aquellos fugaces romances acompañados de fogatas, guitarras y amistades que de seguro volverían en el próximo verano; pero por desventura olvidamos los inconvenientes que nos traen estos cuatro mil kilómetros de costa.
¿Acaso cuando oímos algún graznido de gaviota, no miramos con cierto temor nuestro claro cielo?. Seguro que sí, porque a más de alguien, esas simpáticas gaviotas han premiado con sus aromáticas deposiciones en momentos cruciales; o aquellos que dejan sus autos desprotejidos durante horas en algún sector cercano a la costa, son encontrados por sus dueños con novedosos diseños blanquesinos diluidos en ventanas, techo, porta maletas, parabrisas. Cierto es que nos provoca indignación ser defecados desde el cielo, pero debemos dar gracias constantemente que las vacas no vuelen.
Conversando con gente a las que las gaviotas nos habían hecho "la gracia", llegamos a la conclusión que ellas se sienten superiores a los entes bípedos que navegamos bajo ellas; después de todo, deben darse cuenta de lo miserable que es nuestra vida, todo nos significa un increíble esfuerzo.
Mientras nosotros luchamos por obtener un buen lugar en las eternas filas del supermercado, luego claro de haber gritado a los niños que si compramos el cereal con monitos de 'picachú' no nos quedará plata para comprar la botella de pisco que hace feliz a la mamá el fin de semana, mirar feo a la vieja gorda que, con carro, hijos y su propia humanidad ocupa prácticamente todo el pasillo; cuando al fin logramos avistar la caja ya estamos tan estresados que pensamos en aquellos gringos que pistola en mano logran dispersar multitudes.
En cambio, a nuestras queridas gaviotas les basta con sobrevolar nuestro mar, detectar la presa y lanzarse en picada sobre ella. Ahora si se trata de un crustáceo la cosa cambia y se les complica un poco más la película, pero no menos que a nosotros; ellas lanzan su crustáceo contra lka arena hasta que éste cede y se abre, a veces tienen la mala suerte de estar siendo observados por otros 'vecinos' que les roban su presa... pero mal que mal "ladrón que roba a otro ladrón tiene cien años de perdón"... En tanto nosotros compramos el marisco, alegamos por el precio hasta que 'el casero' nos rebaja doscientos pesos, llegamos felices a prepararlos y sufrimos la primera desilución ... batallar contra la cholga para poder sacar lo que nos comeremos, después de diversos cortes en los dedos la segunda desilución... la cholga no está fresca y nos olvidamos un rato de la preparación para enredarnos en improperios para 'el casero' que nos estafó descaradamente... cuando recapacitamos más de alguien ya se ha servido una cholga con limón y a las horas..... indigestión estomacal, resumiendo toda la parentela al hospital con las tripas saliendo no sólo por la boca..
Ésto, en cuanto a la comida. Lugar donde cobijarse no les falta. Mientras que nosotros, aparte de cumplir con un horario de llegada, los menores, los mayores debemos llegar en un estado relativamente decente si es que queremos dormir en nuestra cama. Para qué hablar de conservar las buenas costumbres con los vecinos para hacer la vida comunitaria más llevadera; mientras que las gaviotas a punta de graznidos y picotazos echan a esas indeseables vecinas y para qué decir las peleas monumentales que se forman cuando algún 'gavioto' se pasa de listo con otra que esté comprometida... ¿A uno que le espera?, ser tratado de gutural, si es que se defiende la presa con los puños; de troglodita si se insulta al adversario y si se adopta una posición indeferente eres poco sensible, desgraciado, trancado y cobarde.
Referente a los coqueteos y seducciones áreas nada más fácil; hinchar el pecho, extender las alas, graznar fuerte y agarrarse a picotazos áereos con otros posibles galanes. Puede que ni siquiera tengan que impresionar con nidos, basta con tener un territorio previamente marcado (o cagado) o incluso, un huequito en alguna techumbre y listo... ¡a formar familia!. En nuestro caso, NADA DE ESTO SE DA. Ellos, alardean de todo tipo de cosas o bien resienten de todo aquello que les falta; ellas no se sienten satisfechas fácilmente y en realidad casi nunca, sólo una vez que han visto automovil a la puerta, casa sólida y un galán relativamente protector y cariñoso deciden 'extender las alitas para largarse a empollar'...
Y para qué hablar de la crianza de los hijos v/s polluelos.... mil y un gastos desde su concepción; mientras que las gaviotas se van alternando para empollar y luego (bien luego) a picotazos con el hijo techo abajo para que aprenda a volar, y nada de que si se cayó al traumatólogo o llevarlo al psiquiatra porque quedó dañado, seguir picotéandolo hasta que pueda volar sólo y aprenda todos los trucos.
Si me miro ¿tengo trucos valederos para entregar y enseñar supervivencia cuando me corresponda?
Mejor cierro mi ventana y dejo un rato de mirar al cielo, que de tanto comer pescado no me saldrán plumas ni podré cambiarme al vecindario de las gaviotas.-
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