A U S E N C I A
Buscaba unos vasos, al abrir un estante, al fondo descubrí dos frascos de mermelada de moras, mi favorita. Me eché a llorar. ¿ En qué momento Isabel preparó este regalo para mí?
Ya hace algunos meses que la llevamos al cementerio, con el corazón angustiado, pero conservando la serenidad. Fueron tantos años de compartir juntos, de pertenecernos el uno al otro. Al principio no comprendemos, pensamos que en cualquier momento se hará presente y nos dirá que todo era una broma. Luego con el correr de los días la soledad se convierte en certeza, la angustia en resignación.
Sin embargo hay momentos como estos, en que un detalle, un reloj, una sortija, un perfume nos vuelven a la realidad. En este caso fueron los frascos de mermelada, algo tan trivial, pero que tiene para mí un significado tan grande que no puedo contener las lágrimas. No siempre es así. Amigos y vecinos se detienen para inquirir de cómo me siento, si he podido superar la tristeza y todos ellos me ven entero, sonriente y casi optimista por mi nueva vida. Se van tranquilos, y hasta cierto punto es cierto que he superado la pena, hasta que ocurre un incidente trivial, como el encontrarse con una foto, una guitarra, una nota pequeña... o unos frascos de mermelada que ella preparó para agradarme, y hasta ahí se queda la compostura.
Hace pocos días volvía de un paseo con unos amigos, por la carretera 5 Sur, alegres y despreocupados después de un día de campo. Cayó la noche y el cielo se cubrió de estrellas, al ver la constelación de Orión los ojos se me llenaron de lágrimas, cómo no hacerlo, con Isabel muchas veces salíamos a mirar las estrellas en aquellas noches sin luna, me decía que en el centro de esa formación se podía ver un volantín, y que se sentía identificada con él. Por suerte nadie de mis amigos notó mis lágrimas.
Sé que superaré estos esporádicos momentos de tristeza. Cuando nos deja la persona amada nunca lo hace en forma definitiva, siempre quedan muchos lazos de unión en los objetos comunes, los lugares visitados, los momentos compartidos. Por eso es necesario decir “te amo” cuando podamos ser escuchados.
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