A veces me dueles aquí. Cerca al pecho, en el espacio donde el alma tiene la extraña tendencia a crear puentes. Puentes que se quiebran tan fácilmente. Puentes tan débiles. Tan frágiles. Puentes hacia otros que ya no están. Puentes hacia otros que nunca estarán. Puentes hacia ti.

A veces me dueles en el café, o en el Metro. Me asaltas de repente como una duda y un pedazo de sombra y te pienso un poco. Como quien recuerda una flor amarilla. Una cicatriz que se siente en el momento de la noche.

A veces odio no poder. Estar ahí. Estar aquí. Tocarte. Olerte. Saborearte. Hacerte mía. Encontrarme. Perderte.

A veces me despierto en las noches y susurro tu voz. Como un pájaro. Un vuelo en medio de la noche. Un murmullo de aguas que no parecen detenerse.

Y llueve tanto en esta ciudad de furias. Que no siento tus pasos. No sé adonde me llevan. No escucho tu voz. No se si me dices que me amas o si callas irremediablemente.