Un monstruo crece en la tinta
sin piedad.
Calcina la piel
sabiéndola frágil.
Regresa a los labios
sellados
igual que a la tierra
regresa la carne.
Asfixia
Aúlla.
Se duerme en la voz brillante
Impaciente.
Y nosotros giramos,
en sílabas románticas
de guerreros arrodillados
bajo la luna
implorando por el sol.
Texto agregado el 11-01-2004, y leído por 346
visitantes. (10 votos)
Curioso pero este poema cae. No se cae, desciende, y digo curioso porque tales movimientos vertiginosos, a la luz de las palabras, debiese subir, pero lo leo y me hace caer... mmm, raro suceso... venicio
19-02-2006
Bien logrado... aukisa
16-11-2005
Es espectacular. Ya desde el titulo propones una metafora maravillosa. excelente. silverio