Era de esos días Cuando la tristeza traspasaba sus huesos Su mirar se volvía frío La voz rota antes de salir Todos sabían su historia Ella inmutable servía las copas. De sus parroquianos agradecidos Nunca nadie la vio llorar. Habían días que ella Sentía, olía su perfume Y atisbaba la entrada Con un hilo de esperanza. Pero aquel día era distinto No sabía por qué Comenzó a llorar Sus lágrimas corrían Como perlas derramadas Por su bello rostro. Algo le anunciaba Que él se había ido para siempre Todos callaron, se miraron Y en silencio se fueron los clientes.
Texto agregado el 31-07-2006, y leído por 556 visitantes. (33 votos)