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IX
- cantos de hospital-


Me festejo y en mi a ti te canto.

Mis cantos de hospital parten de mí.

Me alejo de credos y misterios, me acerco al bien y al mal; mas bien me alejo.

Me muestro desnudo el alma, el pensamiento.

La creación, la muerte, la risa, el dolor, todo es un momento.

Me festejo y en mi a ti te canto.

¿quieres que te cuente una historia?

¿una batalla disputando una vida?

El cuarto iluminado y frío es nuestro universo.

El incesante bip-bip de las maquinas, ha provisto al ambiente de una extraña ave del paraíso.

Nuestro ejercito lo componemos hombres y mujeres provistos de mascaras y trajes azules, todos, o casi todos, con enormes gafas blancas.

El campo de batalla --un cuerpo de niña-- que plácidamente duerme en esta plancha.

Todo marcha bien, todo según lo planeado, el bisturí, las pinzas, el sangrado; el corte, lo previsto, lo anunciado.

Alguna broma se queda estática en el aire, riéndose aún cuando hemos dejado de reír.

La carne trémula se aleja temblorosa de mi mano.

Hay una especie de temor esparcido entre mis ojos, y los ojos de mi hermano.

Hay una voz que dice con calma, que todo esta bien, y una especie de angustia que brota de mis poros, que se aleja de mi lado, y como la broma, permanece en el aire, atisbando mis ojos y mis manos.

Empieza entonces como un susurro, como un parpadear; detrás de la cortina, el hombre de la calma comienza a temblar; hay prisa en abrir una ampolleta, y en mirar el monitor.
El bip-bip de nuestra ave se ha vuelto ya una tormenta que con pulsar una tecla, se ha pretendido callar.

¿cuánto te falta?

Es casi siempre la pregunta que lo desencadena todo.
Como si al responder –he terminado--, volviera todo a la normalidad.

La angustia esta de nuevo ahí, en realidad jamas se marcho, aunque para todos nunca existió.

La niña, permanece plácidamente dormida; para ella lo mismo da volver, dar marcha atrás, que seguir dormida; eternamente dormida.

¡La batalla real apenas comenzó!

Aceleras tus pasos, una mano, aprieta fuerte el corazón –no el de la niña--, tu corazón.

El hombre de la calma perdió por fin el control; y sus gritos, están ya por encima del bip-bip, ha pedido líquidos y sangre que parecen tardar la eternidad; todos los libros desfilan por su mente, medicinas que jamas penso estudiar.

La batalla poco a poco se pierde.

¿La niña? --plácidamente dormida--

Acomodas puntos, retiras pinzas, cortas, donde no debes cortar; recompones tu pensamiento, sueltas un poco la mano que aprieta el corazón, y un poco la mano que sujeta el portagujas.

Hay un extraño silencio; lo puedes palpar, lo puedes oler, lo puedes escuchar; se acerca y te murmura al oído –es mía--, ¡te grita! ( Tu, no la puedes dejar).

Tus manos aceleran sus pasos, cada punto, cada tejido en su lugar; cubres por fin la herida:

!gasas blancas, no dejen escapar aquella vida¡

La cortina cae, nuevos soldados dispuestos a pelear.
Mi Dios, se puede ganar...

El bip-bip, es ahora nuevamente un canto a los oídos, el hombre que nunca perdió la calma (según él) revisa el nombre extraño de aquel medicamento, de aquellos líquidos, y de reojo, mantiene el control del monitor.

La niña, ha recobrado lentamente el color en las manos, incluso las mejillas, --y a pesar de tubos y cintas adhesivas-- parecen intensos pétalos de flor.

Los minutos, extrañamente se han ido prolongando.

Finalmente abre los ojos.

Yo se que aunque me vea, aunque con firmeza coloque mi mano en su frente, y con voz serena le diga que todo ha salido bien, ella, jamas tendrá noción de la pelea.

Sentado, cabizbajo, profundamente solo, sonrío; y al silencio que por fin se ha ido, le digo sin orgullo –es mía--; y justo cuando voy a dar una profunda aspirada al cigarrillo, una extraña voz me dice a mis espaldas:

Doctor, esta prohibido fumar.

¿quieres que te cuente una historia?

--no— mejor me festejo, y en mi, a ti te canto.

Mis cantos de hospital parten de mi.

Texto agregado el 31-07-2006, y leído por 315 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-01-2007 Releerlo es saber de antemano que una mano enguantada me oprimirá el corazón tanto como al suyo. lilianazwe
05-01-2007 Releerlo es saber de antemano que una mano enguantada me oprimirá el corazón tanto como al suyo. lilianazwe
31-07-2006 El silencio y la soledad luego de la lucha, esta vez coronada por la victoria. Tal vez solo el que la transita de este modo la puede llegar a comprender. Excelente escrito. Un abrazo. Lili lilianazwe
31-07-2006 joder que lindo oscar, mantienes la tension en el lector que es un horror. es un texto al sufrimiento, a la esperanza y a la vida... excelente mi buen...sabes, tambien hay poesía, dolorosa, pero la hay. un abrazo y me lo llevo rub sendero
 
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