-¿De nuevo mal? ¿Qué te pasa?
-Estoy enojada.
-No recuerdo haberte visto pelear con alguien hoy… o es acaso… ¿qué hice ahora?
-No, no es contigo, es conmigo misma.
-¿Qué?... oye, oye, espera, no me quites protagonismo. Se supone que conmigo debes discutir… ¿dónde quedo yo, sino?
-Puedes quedar como amiga… después de todo, eso somos.
-Pero ese no es mi papel.
-Ahora sí.
-No, no tendría gracia ¡Qué aburrido es pasar sin pelear!
-¿Aburrido? A mí me agradaría un instante de paz…
-¡No! No voy a aceptar eso… después, tu “misma” con la que estás enojada, terminará por tomar vida y con ella será con la que discutirás… ¡Me olvidarás!
-Calma, calma, que a ti no puedo cambiarte aunque quisiera. Eres muy insistente.
-¡No, no y no! ¡No puedo permitirlo Si no te enojas conmigo, te haré enojar ¡Pero hoy no la pasaremos sin discutir!
-¿Eso crees? Hoy estaré indiferente a tus burlas.
-¡Enójate!
-¡No quiero!
-¡Que te enojes, te digo!
-¡No lo haré! Y nada quisiera más que cambiarte.
-¡Ya verás!... Sí, me olvidarás tal vez, pero pronto te darás cuenta que la próxima será peor que yo ¡No lo olvides! ¡Ahí me extrañarás!
-¡Ya me hartaste! ¡Déjame tranquila!
-Te enojaste, qué bien.
-¡No, no me enojé!
-Sí, si lo hiciste
-Eres tan…
-Gracias, ahora sí te puedo dejar tranquila, ya sé que no me dejarás sola.
-¿Estás llorando?
-No, no es verdad.
-Sí, sí lo haces… ¿así que también tienes tu lado sensible?
-¡No!
-Es verdad, tú tampoco me mientes.
-Sólo espero que no me cambies nunca…
-¿Ves que lloras?
-Adiós, vuelvo a molestarte luego.
NOTA: Este personaje es inventado, como en el resto de mis soliloquios (las verdaderas peleas conmigo no las escribo). |