El balón fue a dar hacia la terraza de don Mario, el ruido de un cristal quebrado me espanto y quede en estado de pánico. La diversión se invirtió a silencio, las carcajadas producidas por los restos cesaron en forma vertiginosa, los más infantes se ocultaron entre los postes de luz, los niños rudos se echaron a correr cobardemente por doquier. Don Mario era un tipo muy rencoroso, no tenía amigos y no saludaba a nadie; la última vez que un niño arrojó un balón a su terraza, don Mario le sustrajo el pantalón y lo hizo corretear por la vía. Sin duda era muy cruel.
Quede solo en el angosto espacio que servia de estadio para un juego de fútbol. Mi espíritu púber careció de valor en ese instante, el silencio aumento el pavor en mi interior. Desamparado, sentí en mis entrañas algo que sostenía mis pies, pues era muy extraño no haber salido corriendo de ahí.
Don Mario salio de inmediato, tomo el balón y se dirigió hacia mi, sus muecas malignas aterrorizaron mis instintos. Se notaba a leguas que era muy pervertido, su cabello largo y sus inmensos zapatos negros de cuero eran suficientes para temerle. Sus pasos rápidos me desesperaban cada vez mas, obstruí mis ojos y oprimí mis dientes para reducir el miedo.
__Abre los ojos, no te are daño__dijo don Mario, con una vos poco ronca.
__Señor, fue paco__replique con voz agotada.
__Eres un niño sorprendente, no seguiste a los demás ni te ocultaste. Eres muy valiente, te obsequiare un disco iron maiden, ¿te gusta el metal niño?
__Mi padre es herrero, pero no disfruto mucho cuando estoy en su fábrica.
__No me refiero a eso muchacho, metal es música. Eres muy pequeño para saber de ello; pero espero que lo conserves para cuando seas adolescente.
__muchas gracias señor, desde ahora no creeré lo que dicen de usted.
__nunca temas de nadie, si eres valiente lo afrontas. Hay muchos que temen de cosas que nunca han visto, considero a eso una ignorancia. Tú que dices.
__claro señor.
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