Te has pintado la boca de negro y
rebasaste el límite de la humildad;
tus palabras han sido el fuego que
simplemente consumió a la ansiedad.

Alguna vez creí que fueras la cura, el
remedio tardado a tanta soledad.
Tus ojos comenzaron un juego y
serán los tuyos quien lo irán a acabar.

Fue como un reto: su mirada a la mía,
y yo la seguí. ¿Cómo no supuse
que al ser tan vano su alma no sería
de otro color que no fuera el gris?

Si el alma del hombre se encuentra en los
ojos, ¿dónde la tuya se esconderá?
Si el alma del hombre se encuentra en las
pupilas, ¿por qué las de él aún negras
están?

Qué enfermedad adquirieron mis ojos
que convinieron en los tuyos buscar,
y ciegos de tristeza no vieron que en
la sequía de su alma, agua no correrá.

MAGO IAA.