F A M I L I A
Cuando Malena recibió la noticia de una visita increíble, no supo si recibirla con alegría o con pena, pues su muy querida y adorada madre, le estaba tratando de transmitir algo que para ella era imposible.
Era la menor de cuatro hermanos, donde ella era la única y regalona mujer. Su vida desde la niñez siempre estuvo llena de amor y ternura que le entregaron sus padres y hermanos. Fue una buena estudiante y se destacó por ser inquieta al querer saber todas las cosas. En el hogar siempre le inculcaron el respeto hacia los demás, la lealtad, el ser solidaria, el ser una persona espiritual y buena.
Fue creciendo y observaba como la querían sus papás y hermanos, lo que ella consideraba natural, pues ese hogar era de una familia muy unida. A ella nunca le faltó nada, a pesar de ser una casa humilde, pero lo que recuerda con mayor entusiasmo es el amor que sentía de toda su familia.
Se esmeró mucho en estudiar para tener una profesión que le permitiera retribuirles a sus padres todo el esfuerzo que ellos hicieron para criarla y educarla. Ella era de números, del comercio nacional y exterior, y eso fue lo que estudió y logró concretar.
Siendo adolescente falleció su querido padre y quedó sola con su madre, con quien debió trasladarse a vivir a la capital, desde esa ciudad sureña donde los hombres dan su vida por extraer mineral desde las entrañas de la tierra.
Conoció al que sería su esposo, se casó y tuvo dos hermosas hijas, con quienes pudo demostrar el cariño y los cuidados maternales, tal como lo vio en su madre. Sin embargo, a poco andar ese matrimonio sucumbió, debió separarse y comenzar una nueva etapa en su vida, sola con sus hijas, hacer de padre y madre para ellas, en esa edad en que requieren de los dos (la adolescencia). En esta etapa, ha tenido los momentos más duros, pues una de sus hijas tiene una enfermedad que periódicamente requiere de un tratamiento y cuidado caro. Como tuvo buenos trabajos nunca llegó a sentir problemas, hasta que lo perdió y comenzó una rodada cuesta abajo, que la ha tenido a veces muy desmoralizada, pero siempre saca fuerzas de flaqueza que la hacen seguir luchando.
Por eso cuando su madre le pidió que fuera a su casa para darle la noticia de esa visita increíble, le pidió un adelanto, pero no fue posible pues debía ser en persona.
Al llegar a casa de su madre, la notó nerviosa y le pidió por favor que le contara ya quien era esa visita sorpresiva.
-Hija querida, lo que te voy a decir, quizás debí haberlo hecho hace mucho tiempo, pero yo jamás imaginé que esto fuera a suceder. La persona que quiere conocerte es tu verdadera madre, y apareció recién ahora, pues según me dijo cuando llamó por teléfono, le costó ubicarme. Aún así, pienso que ha pasado muchísimo tiempo para querer saber de ti. Malena, al escuchar lo que decía su madre, sintió como si le hubieran dado un golpe en la cabeza y todas sus ideas se hacían incomprensibles, pues le costaba creer lo que oía. Al principio, reaccionó con:
-Mamá, por favor, no me hagas bromas de ese tipo.
Pero su madre continuó contando que ella y su esposo, la habían adoptado, pues la verdadera madre no deseaba cuidar de esa nenita que había tenido.
Y como eso ocurrió hace varias décadas, todos suponían que ya era imposible que apareciera la madre verdadera queriendo conocer a la hija que no quiso criar.
La mamá preguntó a Malena:
-Hija querida, cuando me llamó tu verdadera madre y se identificó, me preguntó mucho de ti, de cómo había sido tu vida con nosotros, que hacías ahora, y le conté de tus hijas. Finalmente me dijo que deseaba conocerte y a tus hijas, que ella tenía muy buena situación y que su intensión era ayudarte en lo que quisieras.
-¿Que dices tú al respecto…?pues debo llamarla para comunicarle tu decisión.
Malena aún estaba algo aturdida por la increíble sorpresa, pero dijo:
-Madre, gracias por contarme la verdad, pero debo decirte que para mi tú serás siempre mi verdadera y única madre a quién amaré y cuidaré toda mi vida. No me nace ningún interés en conocer a esa persona que ahora tiene interés en mí y en mis hijas, pero si estimas que debo hacerlo, lo haré solo por ti, pero mi hogar y mi familia están contigo.
- Gracias hija querida… y se fundieron en un apretado abrazo.
Días después en casa de su madre adoptiva, se produjo el encuentro con la que era su verdadera madre y dos hijas que eran sus hermanas. El ambiente estaba tenso pues era ver a dos familias muy distintas, que se miraban sin entender.
La madre que llegaba saludó a Malena con un abrazo y un beso, pero fue igual que dos personas que no se conocen y nada más. Eran eso si, como dos gotas de agua, pues al ver a esa madre que no conocía, se vio en unos años más y se decía interiormente que eso no podía ser.
Escuchó atentamente lo que le dijo, que ella sentía mucho todo el tiempo que había pasado, que en realidad tuvo siempre la intensión de buscarla y ubicarla para saber de ella y ayudarla, pero el tiempo pasaba y no ocurría nada. En todo caso, ahora que la había logrado conocer se alegraba de ello y le ofrecía todo su apoyo y su ayuda, incluyendo la económica pues tenía muy buena situación.
Malena le agradeció su intensión y le dijo que para ella esto había sido muy difícil de digerir, pues ella se sentía hija de la familia que la había acogido, criado y educado, y toda su vida estaría agradecida de ello. Por lo tanto le pidió que le diera tiempo para meditar, analizar y tomar una decisión. Quedaron en eso, se despidieron y ella con su madre adoptiva nuevamente se abrazaron sin decir palabra alguna.
La hija mayor de Malena supo la verdad y se sintió muy mal a conocerla, incluso le dijo a su madre que hubiera preferido no haberlo sabido nunca ya que ella y su hermana adoran a su abuelita. La hija menor aún no sabe de esto.
Pasaron algunos días de mucho pensar, de mucho sufrir, pero al fin llegó la claridad y la decisión sobre el ofrecimiento de la madre verdadera. Entonces habló con su madre adoptiva y le contó que no aceptaría ninguna ayuda de esa madre que apareció sorpresivamente, pues no era su verdadera familia, que ella se debía a este que era su hogar junto a ella y a sus hijas. Y eso es lo que le comunicaría.
Llegó el momento de comunicar la decisión y fue exactamente lo que dijo, que agradecía las buenas intensiones, pero que ella se debía a la familia que la crió, educó y la vio crecer y así deseaba seguir su vida y que no deseaba verla más a ella y a su nueva familia.
Malena, después de esta comunicación respiró profundamente y sintió un alivio inmenso, agradeció a Dios por haberle dado tan linda familia, aún cuando a esta altura de su vida supo que era hija adoptiva.
Nota. Basado en un hecho real.
Alfildama - Guillermo Gaete 23.07.06
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