La certeza de la soledad
quizá sea el retorno
a los infiernos del alma.
Ni el cielo ni el purgatorio
tan simple como la idea
de repetir cada mañana
el mecánico movimiento
de los pies en las pantuflas
que se esconden de nosotros
debajo de la cama.
La certeza de saberse un punto
en medio de un temporal
de contradicciones
de vómitos inconclusos
de despedidas
que siempre tienen el mismo gusto
Salado.
Y me preguntas
¿Por qué mi mirada no brilla cuando te miro?
¿Por qué mis labios ya no sonríen
cuando tus pasos se acercan a la puerta?
Y yo no puedo decirte
que la certeza de la soledad
es el retorno a los infiernos del alma
y yo no puedo decirte
que ya no busco mis pantuflas
en cada mañana
que arrastro los pies
contra la tierra llena de espinas
para poder sentir mi piel;
que me arranco de vez en cuando las uñas
para que la sangre me recuerde la vida.
No puedo decirte
sobre la certeza de esta soledad
que fue creciendo de tu mano
tampoco se
si cambian el rumbo de las estrellas
las palabras no dichas.
Por eso
me alimento de fantasmas
susurro pensamientos profundos
a las paredes de mi desolación.
Y yo no puedo decirte
que abrazada a tu ausencia
tuve la certeza
de que la soledad
es el retorno a los infiernos del alma...