En la luna existía un hombre que se encargaba de prender la luz de la Luna (la de la cara visible). Maurice era su nombre, llevaba 35 años haciendo ese trabajo, en realidad sólo tenía que cambiar los fusibles cada vez que se dañaban.
Su jubilación estaba muy próxima, sólo faltaban dos vueltas a la Tierra para que por fin regresara a su casa.
Era lógico que la nostalgia invadiera su mente, empezó a recordar la mañana en que hojeando el periódico se encontró un anuncio de velador, marcó el teléfono escrito ahí, dio sus datos y sin esperarlo en un mes le regresaron esa llamada con la sorpresa de que su trabajo se realizaría en la luna. También en su mente repasó sus rutinas favoritas que iban desde escribir en la arena lunar hasta acurrucarse en los cráteres para dormir su siesta.
Maurice había sido hasta ese entonces el mejor velador que la Luna había tenido, pero le pudo más la curiosidad. Dentro de las pocas obligaciones que tenía estaba el vigilar cada 2 horas los fusibles lunares, no hacer demasiado ruido, tapar con mantas negras algunas partes de la Luna (dependiendo de la fase en que se supondría estuviera la Luna), pero lo más importante era que por ningún motivo cruzara hacia la cara oscura de la Luna.
Ya sólo faltaba una vuelta a la Tierra para que su reemplazo llegara y ya era inmensa la curiosidad de Maurice. pensaba Maurice.
Así que guiado por la parte de su cerebro que le obedece a la curiosidad empezó a caminar hacia la cara oscura de la Luna. Caminó hasta que todo a su alrededor era oscuridad. Cuando por fin las pupilas se le ajustaron, logró distinguir varias casas y edificios, algunos totalmente destrozados otros hundidos en arena lunar. Se adentró varios metros más y alcanzó a ver una lucecita dentro de una casa a la cual le faltaba parte de una pared. Maurice entró a el cuartito y se llevó la sorpresa de su vida al ver a 2 personas de avanzada edad, los dos se encontraban jugando cartas.
-¿quine demonios son ustedes y que fregados hacen aquí? –preguntó de manera poco cortés Maurice.
-Somos lunáticos –contestó uno de ellos mientras tomaba otra carta.
-Y estamos aquí por que no podemos estar allá.
-Por favor, serían tan amables de explicarme lo que están diciendo –suplicó Maurice.
El otro viejo levantó la cabeza y le contestó:
Hace años la NASA mandó varios pájaros astronautas equipados con cámaras y se descubrió que existían habitantes de este lado de la Luna, se logró tener comunicación con ellos al grado que ellos estaban dispuestos a darse a conocer, pero las potencias de la tierra decidieron que no estábamos preparador para “saber”, así que mandaron varias tropas para destruirlos y lo lograron, por eso desde entonces mandan veladores para hacer el trabajos de lo ahora extintos “lunáticos”.
-Así que tienes 2 opciones, mi querido amigo –comenzó a decir el otro viejito.
-O te quedas aquí, o el próximo velador se hará cargo de matarte.
Maurice no sabía que hacer, lo pensó un momento, se acercó una silla y tomó tres cartas...
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