Fue una noche plena de lujuria sin medida. Desenfreno de pasión. Fue la noche más intensa de mi vida.
Aún se escuchan alaridos en la habitación. La 217 del Alvear Palace Hotel. Aún resuenan tus gemidos delirantes, agitados. Dos cuerpos, dos almas se fundieron entre suspiros y caricias, y lenguas que se juntan.
Fría noche porteña, cuando ardimos, cabalgamos y flotamos por las sendas del amor.
Amor, sí Cecilia. Del deseo desmedido, de la pasión y el desenfreno germinó el sentimiento del amor.
¡Te amo Cecilia! grité en el fragor de la batalla. Desconozco si en la turbación del momento comprendiste lo que decía. Lo habrás tomado como una frase más, emanada del momento.
Por mi mente se suceden imágenes de mi vida. ¿Por mi mente dije? ¿Pero es que conservo la mente? Todo es tan nuevo para mí, difícil de comprender.
Siempre pensé haber amado. Y viajé a Buenos Aires en busca de una aventura. Una más en mi récord, eso debiste ser, y nada más.
Cecilia, mujer de grandes pechos y caderas que enloquecen. Nunca tomé en cuenta que tenías algo más. Escondído, tu mejor atributo atrapó todos mis sentidos. Y ¿para qué? ¡Que injusta es la vida!
Recuerdo la noche cuando te conocí.
Gavilán dice:
Pasión, ¿me agregas?
Pasión dice:
Dame tu mail Gavilán, y te agrego.
¿Qué buscabas en el chat? Quizá lo mismo que yo, quizá un amor verdadero. ¿O serás el ángel destinado a conducirme al lugar de mi cita?
Nos encontramos en Messenger. Con palabras escritas despertamos la pasión. Te mostraste en "la cam". Desnuda me complacías. --¡Esa mujer tiene que ser mía! Arrogante como siempre...
Viajé hasta Buenos Aires. Del verano, pasé al invierno de mi vida.
Cuando amanecía te pedí --Llévame a conocer tu tierra.
Mientras despertabas, contemplando tu desnudez, había planeado nadar en la piscina bajo techo que tiene el hotel. Aguas tibias y cristalinas en un marco de gran lujo. Y luego un desayuno en L'Orangerie. Vagar por las calles de Buenos Aires. Deleitar mis sentidos con dorado churrasco y una botella de vino, mientras el tango llena de nostalgia el ambiente de arrabal.
Pero tú dijiste:
Conocerás todo lo que desees, estoy dispuesta a
disfrutarlo junto a ti.
Vamos...vamos ya, pero antes
quedémonos un rato más aquí,
otra vez...
Quiero sentirte nuevamente...
Bésame, así...así.
Maldito dolor en el pecho. Y el hormigueo corriendo por mi brazo. ¡No, ahora no! Grité cuando todo se nublaba.
Y aquí estoy, en la habitación 217 del Alvear Palace Hotel. Mirando a esos hombres que se llevan mi cuerpo metido en bolsa negra. Mirándote a ti, metida en mi bata, llorando desconsolada.
--No te vayas Cecilia, no me dejes aquí. Nooooo... Cecilia, aquí estoy ¿No me ves?
En Cancún, costa mexicana del Caribe.
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