Son las 8:30 de la mañana exactamente, bueno eso no es de importancia. Veo pasar sobre mi cabeza un avión con destino a no se que lugar. Sentado en una pequeña mesa del café Libertad 8 en Madrid, sorbo un poco de…bueno obviamente café y en realidad eso no ha de importante. La música es buena, un antiguo piano, que parece no funcionar; llevado de la mano de un gran artista, deleita mis oídos con una melodía muy movida y alegre, capaz de hacer parar a cualquier persona y hacerla bailar, el problema es que yo no soy cualquier persona. Sorbo un poco más de café y el mundo sigue pareciendo un chiste.
Veo pasar personas a mi alrededor, muy alegres y contentas, vienen a ver el espectáculo del día que ofrece el local. Quizás se pregunten al verme ¿Quién será ese hombre, tan solitario y melancólico que está sentado en esa mesa con cara de pendejo?...Sí, eso es lo que dirán, pero no me importa. Sólo Dios y yo sabemos lo que pasa por mi mente en estos momentos. Sorbo un poco más de café y mi mirada se pierde en mi reflejo.
Mi mirada se pierde en mi reflejo, y mi mente se pierde en tu rostro. Sí amada mía aún te necesito, aún más que ayer. Mi alma aún siente ese nexo que me encadena a ti, mis ojos buscan los tuyos en el más hondo de los infinitos de mi mente, mi boca.... ¡OH! Mi boca y mis labios sienten aún el fuego de tus besos. No deseo tocar nada, ni siquiera mi propio cuerpo y mi piel, porque tu propia piel la has dejado en mí, y aún quiero conservar esa pureza. Sorbo un poco más de café y me muero por volverte a ver.
Ya no puedo seguir así, te veo en todo lugar, veo tu sonrisa en las bellas formaciones de La Sierra de Guadarrama, veo tu exótica mirada cuando veo mi reflejo en las aguas del río Algodor, escucho tu melodiosa voz cuando soy el espectador de la bella música del Flamenco Madrileño. No puedo seguir así, ya mi mundo dejó de ser mundo y pasaste a ser tú. Sorbo un poco más de café y en el cielo acabo de ver tu rostro.
Me gustaría que disfrutaras conmigo todas las cosas que me quedan por vivir, todos esos bellos momentos que quiero compartir contigo. Volverte a tenerte a mi lado amor mío como era antes. Hacer el amor todas las noches, levantarnos y ver el cielo con alegría, pasear por la orilla de la playa, reírnos todas las noches de nosotros mismos (como solíamos hacer), ser tu confidente y cuidarte en las noches frías de lluvia. Sorbo un poco más de café, ya mi mente te pertenece al igual que mi corazón.
Cuando alzo la mirada para ver la calle, te veo parada, en frente del Café 8. Al verte, mi corazón dio un vuelco, mis ojos se cruzaron con los tuyos en un instante mágico, y puede notar que tus ojos decía ¡Te necesito!. Sentía los más grandes deseos de salir corriendo, tenerte entre mis brazos, decirte cuanto te amo, cuanto te extraño. Besarte nuevamente, y nunca más dejarte ir. Pero, ¡no!. Por más que lo desee, eso no ha de ser, ni en esta vida ni en otra. Sorbo un poco más de café y te sigo viendo. ¡Qué irónico! Un café me hizo recordarte, un café me hizo describir nuevamente tu belleza en la naturaleza, un café me hizo entender que ya no tenía mundo ni corazón y fue el mismo café el que me hizo verte otra vez. Por lo menos sé que hay algo que nos une además del amor y la nostalgia. Algo que nos seguirá uniendo de ahora en adelante… Un café, un café en Madrid. |