...Descubrí tus ojos...
...descubriste los míos al quitar el vendaje que impedía empequeñecerme e internarme en ti, para así poder explorar tus poros y escarbar entre tus pensamientos, enterrando el tesoro de mis besos...
besos que seducen a los tuyos invitándolos a dar un paseo...
Un paseo por la noche bruna entrelazando nuestras manos, que se asemejan a estas dos almas soñolientas caminantes, acompañadas por ellas (estrellas) taciturnas, resplandecen el sendero a seguir...

¡Estrellas no se escaparan de mi!

De mis ganas de beberlas, olerlas, comerlas, siendo extirpadas del cielo por tan golosos labios...desde el cielo se deslizan por mi garganta como un verdadero tobogán...
Navegan dentro de mi...
Todos y cada uno de mis sentidos enfatizaron la seducción que ellas producían a mi visión...
Luego me besas envolviéndome con tan grandiosa ternura que me hace nadar entre nubes...
Mientras ellas (estrellas) danzan al compás de mis aleteos.
Succiono tu lengua y con ella la dulzura de tus gemidos, gemidos que estremecen la tierra agrietándola...
El viento sopla fuerte nuestros cuerpos húmedos de tantos besos desnudos...obscenos besos que saben a miel, miel de silencio...

¡Cómo amo el silencio!

Aquel enternecedor y aterrador silencio que nace en el momento en que pasa un ángel y nos roba el aliento, dejándonos deambulando entre miradas insinuadoras y sonrisas nerviosas.