A estas alturas ya no detesto nada ni a nadie, siempre y cuando logre el sueño que tenemos, me siento el más poderoso de los impotentes o, si quieres ser optimista, soy el más mísero de los abundantes.

Te tengo a ti, a distancia, en corto, abajo (a veces), arriba (menos veces), en medio siempre, al frente, atrás, perneada, impermeabilizada, dudosa, dura, abatida.

Ya no rezo pidiendo, solo platico, o me escuchas tú o el silencio también se va a hartar de mis preguntas que, seamos francos, son respuestas concedidas y ya respondidas.

Soñar ya tampoco me cuesta, me sale gratis.

Ya no quiero términos así, todos tienen precio, menos tu.

Solo te pido que en cuanto puedas, te des una vuelta por mi vida.