Voy a imaginar esa noche que se aproxima, donde pasarás a buscarme vestido de un quijote moderno con tus pupilas inflamando y ardiendo nuevamente en mis pómulos. Tal vez querré ser princesa y te veré azulado y sólo desearé lanzarme a las profundidades de tu cuerpo. La noche comenzará a llenarse de sueños y permaneceré tan despierta como nunca antes porque serás mío, y podré llegar de tu brazo al baile donde dejo de ser niña, donde la gala del lugar parece estropajo al lado de tu belleza que me encandila, esa misma que burla las estrellas cada vez que anochece. Entramos y todos nos observan perplejos; nadie esperaba que te consiguiera por una onírica instancia. Te tocaré para comprobar que eres el delicioso culpable de mi corazón acelerado. Ya sabes que lo que viene; la comida, el brindis, la conversación y el baile, ¡Oh pero si habré estado bailando todo el tiempo con mi felicidad!. Cuando no pueda más del éxtasis saldremos a la pista y no habrá nadie más llenando el espacio que lee nuestros pasos. Comenzaré a indagar entre tu pelo para hallar su textura desconocida a mis manos ávidas de suavidad. Y bajaré con la punta de mis dedos a tu cuello, galopando por ese abismo que se traza desde mi pecho acelerado por la indiferencia que tienen tu figura inquieta. Comenzarás a descubrir mi cintura mientras me atrevo a poner mi mejilla en tu hombro como si fuera un paso de baile necesario en esta música que sólo encuentro en tu cuerpo. ¡oh ese vaivén que armoniza mis esperas! Ya no controlaré palabras ni actos, ¡estoy tan despierta en este sueño! Y seguiré buscando tu contorno que sabe de mis intenciones, que con la perplejidad se deja llevar por mi curiosidad. Tu pierna está latiendo en mi mano y me las tomarás para darme una vuelta que me hará regresar con fuerza a tu piel. Poco a poco t rindes ante mis ruegos callados porque esta vez mi boca es vecina de la tuya, entre una calle mojada por nuestro aliento que entrelaza con un despertar tardío de tus deseos. Estás atrapado en mi espalda y tus dedos amplios trazan sobre mi columna las palabras que quieren salir escapando. La abarcas toda y sabes que ya es tuya; que no me importa perderla si vas a tocarla tibia y acariciarla al borde de su locura. Recordaré los consejos que pedí a mi almohada enredada con mi pelo que ahora suda ante tus poros. Y me dirá si mi mente perdida, sí, sí, ahora lo quiero besar desde adentro y miraré tus ojos que siguen brillando y tu boca húmeda me recordará ese mar bravo que necesito para refrescar tanto sopor. Al mismo compás del lento que suena atrás me acerco y todo culmina cuando ya estoy sumergida en ti, con la respiración ahogada sin querer que nadie me salve jamás de aquello. Porque imagino que esa noche terminará con nuestras almas mezcladas.