De a pocos, caemos en la misma silla
Estoy aprendiendo de las palomas a desenredar el ruido de las palabras
Aquellas que mi ego reteje sin sentido
Por más que lo niegue, arrastra mis venas sus propios vidrios.
No se puede preguntar si el auto demorará, al momento de llegar al accidente
Igual va afilándose el viento en los árboles, no dudo de eso
Pobres palomas, comen sin saber
Quieren unirse al aire, tardan en sus ojos.
Prefiero pensar que no tiene herraduras el viento
O que llueve sin lluvia las gotas.

No se puede gritar
Nuestras bocas han sido sumadas no restadas
Al poema más inútil de la historia.