Son las 9:30 am y despierto después de un largo sueño erótico al lado de la “Trevi”, dan las 9:36 y me doy cuanta de que mis shorts están algo húmedos (¡mendiga Trevi!). Salto de la cama y me dirijo a orinar no sin antes rascarme la entrepierna. Durante el camino hacia el baño ví a mi perro en un rincón de la sala, el me volteo a ver y después siguió lamiéndose los testículos como era costumbre en él. Después de “tirar la güera” -como dice un amigo- tomé el ascensor y presione el botón de “cocina” bajé en cinco segundos aproximadamente 7 pisos y por fin llegue a mi destino. En mi bella cocina empecé a prepararme unos par de molletes probé uno y me percaté de que encima de mi mesa había una nota, estaba hecha en papel blanco y en la esquina tenía impreso unos labios en color rojo. La nota fue hecha por mi ultima pareja, por favor dispénsenme pero ahorita no recuerdo su nombre, bueno, lo importante es que ella tiene un cuerpo perfecto y casi no es tonta. Tomé la nota y empecé a leer:
“¡¡¡Oh querido!!!, perdóname por lo que he hecho, he matado a nuestros 6 mayordomos y he puesto veneno en el pan que usas para hacerte tus molletes...por favor disfruta tus últimas dos horas de vida...jajaja...y por favor dale de comer al perro...con amor... (chingados!!! Como se llama esta vieja!!!)”
Tan pronto como leí esto puse mis ideas en orden, terminé mi ultimo mollete y le di de comer al perro. La verdad no me preocupé por lo del envenenamiento.. saqué mi cartera, busqué en el apartado de antídotos y en este busque el que decía “contra molletes envenenados”. Tomé mi cartera y ordené a mi chofer que me llevara al congal “las nachas” (brevemente dejenme decirles el porque de mi decisión de ir al congal las nachas, una noche en la que la marihuana se había apoderado de mi cabeza, llegué a este establecimiento y vi a una mujer de apariencia celestial, pedí sus servicios y nos cortejamos por horas, la lleve a mi casa y empezamos una bonita relación) Fueron casi 20 minutos de viaje y le di al chofer 300 euros de propina, baje a toda prisa y abrí las puertas del congal como si estuviera en una película de vaqueros. Todas aquellas golfas voltearon a verme, agarre a las que estaba más cerca de mi y empecé a golpearla con tanta fuerza que la dejé inconsciente. Algo llamó mi atención, rápidamente volteé hacia el objeto que me alteró la normalidad, me acerqué y al instante note que era un mesero gay que al parecer era ninja...me le acerqué un poco más y note que en su gafete se identificaba como una tal Isaías, lo empecé a toquetear un rato ya casi a punto de hacerle llegar al orgasmo lo solté... tan pronto como se recuperó entre balbuceos dijo dos palabras: “al final del pasillo”....en realidad fueron cuatro pero eso no importa ahora. Corrí 2 kilómetros hasta en final del pasillo, ahí se encontraba un puerta, gire la perilla y como por obra de magia se abrió. Entré y en una esquina se encontraba ella, tenía cliente, asi que me salí. Después de 10 minutos salió el sujeto en turno, de nuevo entré a el cuarto y percibí un olor a camión del ruta 6, en el sofá la mujerzuela que solía ser mi pareja se acomodaba su “bra”. Al verla no pude resistir, saqué un billete de 100 y como lo había planeado, la muy zorra se lanzó hacia mi, con el unico propósito de calmar sus necesidades carnales. Después de tener sexo por mas de tres horas me di cuanta de que nunca supe su nombre.... tomé mis cosas y me marché...
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