III

Ris5465 pudo notar esta atracción tan escondida, a pesar del enorme empeño de Denavares por evitar mostrar ni siquiera un atisbo de esta pasión que día a día lo consumía. La intuición femenina, exacerbada a través de siglos de contenidas emociones, había logrado una gran perfección en la naturaleza de la chica y una tarde, arriesgando ser sorprendida en flagrante delito, le dijo al oído a Denavares: -Tú también me gustas.

Desde entonces, los amantes, perseguida especie de esa castiza sociedad, buscaron las más inverosímiles formas para encontrarse y nadie podría haber sospechado jamás de este romance, salvo por un peligroso detalle.

Cierta noche, Denavares leía a la luz de una lámpara cuando su mujer, intentando ser original, le llamó por el teléfono desde su propio dormitorio. Y he aquí que el domesticado subconsciente del hombre le jugó una mala pasada y la confundió con su amante, aunque sin nombrarla. Como estaba acostumbrado a esta especie de juego, la invitó a encontrarse en el Paseo de las Sombras
Perfumado y contento por la perspectiva de un pasional encuentro, Denavares aguardó oculto en un rincón que apareciera la que el creía que sería su amante. Pero su sorpresa fue inmensa cuando se encontró con su mujer, quien, ataviada con un traje muy sensual, le susurró: -Es preciso que continuemos con estos juegos de seducción.

La pasión crecía a la par en ambos corazones, Denavares ya no soportaba vivir junto a un ser que no le provocaba más que desprecio. Ris5465, por su parte, sólo deseaba hacer suyo al hombre de sus sueños.
-La solución es simple. Sabes que con tu mujer en medio, somos candidatos al patíbulo. Sin ella, podremos unirnos para siempre.
Denavares se quedó pensativo, Si bien la idea le seducía, ya era bastante para su conciencia tener que lidiar con el sentimiento de culpabilidad al ser amante de esa chica...


(Finaliza)