Espesa y fría cae la lluvia sobre la garita policial.-
El Agente Gutiérrez, solo y aburrido, toma mate y
come bizcochos, regalados éstos por el panadero
Antonio, veterano conocedor de las costumbres
policiales. Son las ocho de la noche invernal y aun
faltan dos horas para el relevo. Gutiérrez enciende
la radio portátil y corre el dial buscando tangos.-
Tiene 50 años, es un viejo funcionario, nunca
disparó un solo tiro y hoy sólo quiere volver
temprano a los brazos de su nueva pareja de 32
años de edad. Una morocha de ojos asombrados y
carne apasionada.-
El policía va en el quinto bizcocho cuando suenan
tres golpes en la puerta metálica de la garita.-
Gutiérrez levanta la vista y ve a una mujer con
impermeable verde y cortos cabellos rubios.-
El uniformado abre la puerta,exhibiendo una
sonrisa desdentada.-
Un enorme trueno ahoga el disparo de la 9 mm.
diestramente empuñada por la rubia.-
Gutiérrez se muere preguntándose por qué.-
La mujer guarda el arma entre sus ropas y saca
una cámara digital de su cartera, haciendo dos
tomas del cadáver.-
Sin ninguna prisa y con cara de nada, la mujer se
aleja, caminando por la avenida desierta. Llega
a una esquina, cruza la calle y asciende a un
Patrullero estacionado desde hace largo rato.
Lo tripulan el conductor y un Comisario, quien besa
a la rubia y le entrega un abultado sobre amarillo.-
El frío, la lluvia y un bizcocho ensangrentado son
los únicos e inservibles testigos.-

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