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Caía la tarde, repetíase el mismo patrón cotidiano, personas en el jardín platicaban, sin prisa, dedicados a construir mundos, aspiraciones, ideas, murmullos.... Los enamorados se enfrascaban en comerse a besos y en suaves caricias que recorrían sus cálidos cuerpos; en el kiosco, uno que otro despistado mirando de reojo al horizonte, escuchando la fría, pero sutil ráfaga de aire que retocaba su piel y meneaba sus cabellos al son de la libertad... frente al parque una casa, como cualquier otra, con ventanas cuadradas, un pequeño jardín externo y balcones en el segundo piso que daban la impresión de un gigante esperando engullir lo que se acercara a la reja de entrada. Ahí vivía mi amada, cerca del parque que yo frecuentaba; ella era de mediana estampa, pero con un cuerpo de diosa, con ojos expresivos, nariz respingada y unos deliciosos labios que invitaban a reflexionar el elixir de un beso suave, lleno de paciencia, no acarreado por el tiempo, la desesperanza u otra cosa, sino guiado por la premura y la candidez de la felicidad. Su delgado y fino cuerpo, revelaban unas curvas prominentes que embellecían la suave caricia de la brisa veraniega, era pequeño pero sutil, cual pétalo de rosa reflejando la libre y encantada imagen de su espíritu que como un fantasma te atrapan con su olor y su prominente tentación. Era una caricia el que mis manos frotaran sus delicadas curvas en mi imaginación cuando la veía pasar, quisiera viajar y besar sus orejas, lamerlas y bajar hasta el cuello que pareciera un fragmento de su cuerpo esperando reconocimiento.
Besar su frente, acariciar sus prominentes senos, inflados por el delirio de la ardiente caricia del hombre que rompe sus miedos y se aventura al fuego suave de la pasión....bajar más y más, hasta contactar sus duros glúteos que determinan la solidez de la ternura... Es extraño imaginar y no hacerlo, sin embargo, debe uno descender del paraíso y observar la realidad de una noche que se empeña en avanzar escuchando el rumoreo de tus labios que emiten una vehemente exclamación mientras pasas junto a mi y murmuras: -hola, ¿cómo estás?-.

Texto agregado el 25-07-2006, y leído por 166 visitantes. (1 voto)


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