Mayo, nombrarla es estremecerse, terrible mujer domadora del sueño, del ensueño, sobre todo de mi ser. Esgrime su espada cada día sobre mi pecho, con la constante certeza de que su amor no me mata, que se fuego no me quema, y sus filos no me cortan la piel.
Es en un ángulo de mi cara, una esquina, un brillo, la sonrisa. Es la obstinación del martillo, y la terquedad del clavo al entrar en los muros de mis párpados, se rompe en imágenes y me llena de foto en foto mi cabeza, y al cerrar los ojos, no puedo contener el ímpetu de su recuerdo.
Se cierra sobre mi cuarto negro en el que nos contamos solos quienes somos, en donde nos miran mudos y un tanto ensordecidos múltiples ojos de la pared colgados, que prestan atentos su oído al gemido de su respiración cortada y buscan entre la oscuridad del muro, a mis brazos convertidos en vivas serpientes que recorren y besan cada poro de su piel.
Me pregunta con su mirada de arena, nuez tostada, río claro de aguas poco profundas. ¿De qué se trata el mundo?, me pregunta constantemente, mientras clava sus grandes ojos vivos como banderas, como agujas, espinas de sal, gotas de aire que penetran mas allá de la piel. Yo reconocí no saber mucho del mundo y sin embargo saber algo profundamente, el mundo es acerca de nosotros dos.
Leo´s…
H2.44F210706 |