Cuando salí a la calle, no esperaba que mi día comenzara así, ni muchísimo menos, entré a tomar un café en la cafetería de siempre, en cuanto entro allí, encima del mostrador me lo encuentro listo, negro y humeante, como a mí me gusta, creo que la camarera va echando vistazos a mi portal y cuando me ve aparecer lo empieza a preparar, me gusta no tenerlo que pedir ni siquiera cuando el local esta a reventar, aunque me molesta ser tan previsible, cualquier día de estos le doy un susto y no entro, es lo que pienso cada vez que lo termino y le dejo el euro sobre el mostrador junto con un gracias.

De camino al trabajo, pare en el kiosco, cogí el periódico y mientras lo pagaba Mariano como siempre me empezo a poner al día de las novedades del barrio, tarda más o menos dependiendo si ese día le doy el dinero justo o me tiene que dar la vuelta, aunque he de reconocer que las noticias del barrio las da igual que si fueran titulares de un diario, aprendió a resumir lo interesante en pocas palabras, deformación profesional imagino. Me sorprendió con un noticia que no esperaba oír - Se ha muerto el niño de Asunción “La coja” – Me quede allí con la boca abierta para preguntarle que paso, el viendo mi cara de sorpresa he interés, me siguió diciendo que no éramos nadie, que ayer mismo se llevo su último diario, que fue tan repentino todo, que con lo bien que parecía estar, que con lo joven que era... en aquel momento llego otro cliente que no era del barrio y además quería varias cosas, por lo que Mariano desplegó sus encantos de comercial y me dejo de lado, me fui, pensado en el niño de Asunción “La coja”, bueno así los conocíamos todos, aunque esta claro que el niño no era tal niño tenía 41 años, -los mismos que yo- y que Asunción no era coja, creo que se quedo con el mote por que cuando se traslado al barrio, llegó con alguna molestia en el tobillo y al caminar parecía que estaba coja, en los pocos días que le duro, la pobre mujer ya tenía el mote puesto.

No pude dejar de pensar en que le habría pasado a Ramón –así se llamaba el niño de Asunción “La coja”-, realmente Mariano tenia razón, parecía estar perfecto ayer mismo lo vi en la cafería y cuando llegue al kiosco, el estaba delante de mío, comprando el diario de siempre, cuando yo volvía a casa del trabajo, el estaba cerrando la puerta de su negocio. Que razón tenia Mariano no somos nadie – ¿que le habrá pasado? – no sabía mucho de su vida, aunque fuimos juntos al colegio, no éramos del mismo grupo, siempre mantuvimos una relación educada, nunca fuimos lo que se puede llamar amigos, más bien conocidos, sabía también que se había casado, que al tiempo volvió a vivir con su madre, por que se había separado, que el negocio le rendía lo suficiente como para vivir con normalidad, según me dijo Mariano una vez, no recuerdo a santo de que, y ya esta no sabía mucho más.

Fue curioso, según estaba intentando recordar cosas de Ramón, me di cuenta, su vida y la mía, se parecía mucho, salvando alguna diferencia, yo también me casé, yo también me fui del barrio, yo también me separe y volví, aunque no con mi madre. Entonces tampoco puede evitar empezar a imaginar como pudo su último día, se que igual que yo entro a desayunar en la misma cafetería de siempre, igual que yo compro la prensa en el mismo kiosco de siempre, igual que yo se fue a trabajar, igual que yo acabo su jornada laboral. Igual que yo...

De pronto, me dio miedo que Mariano al día siguiente, diera la misma noticia, pero cambiando al protagonista y que ese fuese yo. Mariano tenia razón... No somos nadie.