Nadie me cree
Reflexión sobre las bromas

Debo confesar que mi apariencia nunca ha dado pie para verme como un payaso, por lo menos en este momento, así como mi oficio, que si bien es flexible, en ningún momento me permite bromear, sin embargo mis allegados no toman en serio mis comentarios.

La historia de "Juanito y el lobo" (realmente no importa el nombre, el hecho es que es un niño y un animal de la familia de los canes), se ha convertido en mi maldición, no quiere decir que soy mentiroso, sino que ahora lo que digo es simplente el alarido de un niño que creyó ver una bestia.

Por estos días me han sucedido cosas por este estilo: a un mujer que me gusta desde hace un buen tiempo le dije eso, que me gustaba, y comprensiblemente se rió de tal declaración como si fuere un chiste, aunque insistí creyó (o eso aparentaba para evadir dar respuesta alguna) que continuaba formando mi broma.

Otra de estas situaciones fue en un almuerzo de familia (que para mi caso es como una cuestión de Cosa nostra) en la que inevitablemente surgió el tema político, y adivinen, me atreví a contradecir algo con argumento simple (pues me parecen más acertados, cosa matemática), y se rieron como si yo estuvises haciendo mofa de esa idea.

A lo que voy con esto, es que ahora las bromas han dejado de ser un elemento para reirnos de vredad y disfrutar de la serotonina, y se ha convertido en el recurso de desacreditación de cualquiera. ¡Moliere se moriría!, su Tartufo era para burlarse de los burgeses, no para hacer mofa del rey, pues perdería la cabeza.

Ahora, el humor se ha convertido, además, en el recurso más violado de todos. Para los latinoamericanos, a quienes veo (tanto como lo soy) como un pueblo alegre, que goza de un excelente sentido del humor, se esta contaminado del constipated humor de los norteaméricanos, que si lo aclaro de nuevo no es sólo tonto, sino perverso.

Aprovecho para contar una anécdota, triste, un americano vistó la oficina de una gran amiga y precisamente ese día ella cumplía años y yo la vistaba. Suerte la mia que en el momento de tomar una copa de vino por la celebración a un americano le dio por contar una historía cómica, que la contó en inglés y de la cual se rió todo el mundo. ¿falderos?, quizás, ¿¡diotas?. seguro.

Entonces, esta influencia desafortunada, sumada con el poder de la desacreditación, se ha vulto el caballo de batalla de mis conocidos, que ahora se rien de todo, por cualquier cosa, y para desestimar cualquier afirmación.

Señores, esto es paradójico, el humor es cosa seria, en cual quier género artìstico es el más complicado de los temas. Un comediante ni siquiera se hace, tiene que nacer, es una extensión del sarcasmo divino y lo estamos banalizando de la forma más cruel. ¿Es que nadie cree ya en la palabra en serio?, ¿No es posible aceptar la opinión de los otros?, ¿nos cagaremos de la risa con los chistes del norte?. Estamos jodidos.

Abogo al sentido común y a su deseo de experimentación para que intenten ralcinar ese adefesio llamdo 'comedia de Estados Unidos' con las actitudes de las personas. Hemos dejado de ser Juan, Carlos, Iván y Jorge, para convertirnos en Carey, Seinfield, Kramer, Fran Dresher, Malcom....

Hablen en serio del humor y al próximo que se ria de un mal chiste, y digo que se ria de cualquier cosa, denel una cachetada a ver si despierta.