PRIMERA PARTE
El paisaje era siempre el mismo: edificios abandonados, manchados de negro y con las ventanas rotas, casas destruidas y chamuscadas, calles llenas de escombros, el cielo amenizando con arrojar lluvia ácida en cualquier momento; pero sierpe estábamos preparados, las armas que habíamos capturado a los soldados invasores de la Samfélag-Taminn se convertían en paraguas especiales, hechos de un material especial, un escudo, contra todas las amenazas que ellos provocaban.
Si llovía, uno presionaba el botón negro del arma y luego empujaba un cilindro a lo largo del cuerpo del arma, lo cual desplegaba una membrana negra idéntica a un paraguas ordinario, pero mucho más resistente; podría resistir fuego o incluso metralla. Quizá ante el fuego directo de un arma de fuego o de energía sería inútil, pero no protegía del enemigo más común. La lluvia ácida, un mutante sobrenatural creado por la Samfélag-Taminn.
Unos aviones cruzaban los cielos, soltando un gas de color amarillento. Muchos creían que el gas era mortal, alguna clase de gas mostaza, pero no era así. Este gas se integraba rápidamente al ambiente. Contaminaba las nubes y el aire, y tardó un año entero en hacer efecto.
Justo nos meses después de la invasión, cuando solo quedábamos algunos sobrevivientes. Que formamos grupos de resistencia comenzó a llover, y las lluvias mataron a cientos de personas, destruyeron muchas de las construcciones frágiles y muchos refugios improvisados. Fue entonces cuando aprendimos para que habían puesto el escudo-paraguas en las armas.
Ellos entraban en grupos pequeños a la ciudad. Unos cien hombres a lo mucho; todos con sus armas. Y mientras llovía, se agrupaban de a dos, uno sostenía el escudo-paraguas, y el otro disparaba. Nosotros no contábamos con tantas armas ni protecciones; había aproximadamente un arma por cada cuatro personas. Así que solo podíamos agruparnos varios bajo un escudo-paraguas y esperar que todo saliera bien. Huyendo de un lugar a otro, buscando sitios resistentes a la lluvia y emboscándolos desde allí.
Luego de varios años luchando contra las pequeñas invasiones llamadas “operaciones de purga” uno aprendía la estupida estrategia de los soldados de la Samfélag-Taminn, era como si no aprendieran de sus errores. Lo único que cambiaba era la tecnología que traían encima. A veces traían pistolas de rayos, otras veces pistolas eléctricas y las últimas veces granadas de plasma. Ni siquiera bombas, o misiles, ni artillería, únicamente un montón de carne de cañón con la ultima tecnología de mano encima, tratando de matarnos, sin lograr casi nada: En los últimos tres años que permanecí en la ciudad tuvimos 120 bajas, de las cuales solo 55 fueron asesinados por soldados enemigos. La mayoría moría por las terribles condiciones de vida, o por accidentes, o por la lluvia; una minoría desaparecía (ahora sé que no morían, si no que “desaparecían”); Mientras que ellos perdían aproximadamente unos pocos menos de mil soldados cada año. Una verdadera carnicería, sin embargo la carne no era de los animales, si no de los carniceros…
La Samfélag-Taminn, es una organización internacional, que buscaba implantar una forma de gobierno global centralista y “libre de fronteras” en la cual se encontraban inmersos personajes importantes, con mucho dinero y gobiernos con fuertes intereses y mucho poder (una combinación un poquito peligrosa), comenzaron con ataques políticos y propaganda muy fuerte, llamando al pueblo a unirse a su causa. Millones de jóvenes se enlistaban cada año en sus “ejércitos de salvación”. Que en un inicio solo hacían propaganda y ayudaban a miles de personas necesitadas para poderlas comprar y tener mas aliados.
Luego, cuando los gobiernos que se resistían a esta idea de la “súper-globalización”, como algunos lo llamaban, comenzaron a tomar precauciones, la Samfélag-Taminn comenzó a actuar.
Nadie sabe como lo lograron. Empezaron con pequeños ataques terroristas en puntos clave, luego los “Ejércitos de salvación” mostraron su verdadero propósito y atacaron casi al unísono a nivel mundial, asesinando a los presidentes y gobernantes, tomando el poder de forma militar, aliándose con ejércitos nacionales, apoyándose en una economía sin fondo lograron desarrollar las más altas tecnologías de guerra.
Tomaron en control de muchos países y muchos países les cedieron el control, el los lugares donde había resistencia civil había fuertes ataques bélicos, golpes militares e invasiones, como sucedió en mi ciudad.
Primero eran bombardeos, ataques biológicos o químicos, incluso nucleares. Luego “Operaciones Purga” donde entraban grupos de soldados con tanques, o a pie, a matar a los sobrevivientes, muchos de los cuales nos habíamos unido y trabajábamos como pequeñas sociedades rebeldes. Muchos grupos de sobrevivientes se pusieron nombres y declaraban la guerra contra la Samfélag-Taminn, y muchos de estos eran rápidamente exterminados.
No sé con exactitud como se dio todo esto en forma política; los medios de comunicación desaparecieron de nuestro alcance rápidamente, y había pocos mensajeros. Supimos que nuestra ciudad era de poco interés estratégico, ya que ahora la mayora atención de la Samfélag-Taminn estaba en Asia, donde había una resistencia de los gobiernos y de mucha de su gente, pero sin embargo la mayor parte de los jóvenes apoyaban las causas de la Samfélag-Taminn y aliados a ella o por su cuenta atacaban a sus propias familias y destruían sus propias ciudades.
Inspirados en la estrategia Nazi de la segunda guerra mundial, construyeron campos de concentración y exterminio, o al menos eso se creía. Con eso desaparecieron muchos grupos rebeldes, con el miedo.
Nosotros no teníamos ni siquiera la opción de decir que nos rendíamos. Ellos llegaban con las instrucciones solo de matar y probar armas. No había negociación.
Mi ciudad fue bombardeada en mayo, para julio ya había muerto la mayor aparte de la población, los pocos sobrevivientes se agrupaban. Entonces comenzó la verdadera invasión. Miles de soldados llegaron a la ciudad matando a quien se les pusiera enfrente, niños, mujeres, ancianos y heridos.
Los soldados comenzaron a caer lentamente, yo personalmente maté a uno de ellos con una llave de tuercas, luego de que asesino a mi esposa y a mi hija, me lancé contra él y no me importó que tuviera armas ni equipo de defensa. Lo golpeé varias veces, luego tomé su arma y le disiparé, salía la calle y como animal salvaje comencé a matarlos. No sé a cuantos maté aquel día, pero mi sed venganza era enorme y no se zaceaba.
Luego de ser herido en un brazo quedé desarmado y solo me senté a esperar la muerte, pero fui recogido por un grupo de hombres.
Me curaron y me alimentaron, eran mas de veinte, todo s armados, todos habían perdido a sus familias, había jóvenes de apenas doce años, otros viejos, de más de sesenta años, pero no había mujeres, ni niños. Luego de un mes de estar resistiendo, los grupos de soldados invasores comenzaron a desaparecer. Y los ataques fueron mucho más esporádicos.
Nos encontramos con otro grupo de defensa civil, como el nuestro, pero más grande, donde unos de nuestros hombres encontró a su esposa. Ese fue uno de los momentos más felices por los que pasamos, ellos celebraron una segunda boda, nosotros nos llenamos de esperanza.
Pasaron algunos meses y cosas muy extrañas sucedían, Entre tantas, nos topamos con un grupo de sobrevivientes de más de trescientas personas, donde todos tenían amnesia. Un día una mujer desde un puesto de vigilancia alertó de un grupo de gente extraña en una avenida. Cuando los encontramos se asustaron y algunos nos atacaron, pero fueron calmados por sus compañeros. Luego nos preguntaron donde se encontraban y que era lo que había sucedido allí. No recordaban nada, la mayoría decían que simplemente recordaban encontrarse en sus tareas diarias y en un momento estaban entre una multitud confundida y aterrada en medio de una ciudad destruida.
Fue difícil explicarles y fue duro para nosotros el entender lo que había sucedido. Pero no fueron un caso excepcional. Varias personas aparecieron de forma espontánea también con amnesia, algunos ni siquiera hablaban nuestro idioma. Otros ni recordaban su propio nombre.
Luego de años el grupo de resistencia rebelde llego a tener más de quinientos miembros. Y era ya una sobrepoblación. La alimentación se convirtió en un grave problema, ya que estábamos casi aislados del todo. Las reservas llegaban gracias a la ayuda de otros grupos rebeldes y a grandes bodegas con alimentos enlatados y de conserva que había en la ciudad.
Pero era algo pequeño para tanta gente.
Se formó un mini gobierno provisional y se seleccionó a los más aptos para el combate como fuerza armada de defensa.
Yo fui voluntario en esta área, así que me asignaron un puesto como vigilante en un edificio al sur de nuestro edificio central. Trabajaba con cinco personas más, y la principal tarea era vigilar y avisar al edificio central si se detectaban anomalías como intrusos o fallas con los paneles solares instalados cerca de nuestra área. Una tarea aburrida. Comenzamos a preguntarnos si la guerra estría terminando. Pero los hombres de grupos rebeldes aliados que nos traían reservas y noticias afirmaban que no, que simplemente nuestra ciudad no era exactamente un objetivo o importante o prioritario para la Samfélag-Taminn. Simplemente con mantenernos controlados les bastaba.
SEGUNDA PARTE
Un día, un panel solar en la calle Sholts, se descompuso, y tuve que ir a “echar un vistazo”.
Eedificios abandonados, manchados de negro y con las ventanas rotas, casas destruidas y chamuscadas, calles llenas de escombros, el cielo amenizando con arrojar lluvia ácida en cualquier momento. Siempre igual.
El panel solar se había caído de su base, estaba tumbado en medio de la calle, echando chispas y con muchas de las celdas hechas añicos. Me acerqué al aparato y miré los fragmentos de espejos regados en el piso. Pude ver mi reflejo fraccionado cientos de veces, moviéndose bajo de mí. Me acerque al cable principal y lo desconecte con un fuerte jalón, loas chispas cesaron.
Presioné un botón en mi comunicador de muñeca –Comunicaciones, ¿Me reciben?, aquí 264, Linc Barton, desde la calle Sholts, cambio- esperé unos momentos y repetí lo mismo. –Aquí comunicaciones- un ruido de estática no permitía escuchar claramente-desde kkkkkklts, lo escuchkkkkos con dificultad, cambio- Estoy junto al panel solar numero doce y creo que ya no funcionará, se vino abajo y se estrello contra el piso, esta hecho añicos – ¿poKkkkkkformamornos de cuales son las kkkkkkas posibles de la caída? cambkkkk- Miré mi comunicador, algo andaba mal, nunca había tenido problemas para comunicarme con la central de comunicación. Luego miré el aparato derribado –No ha habido viento últimamente, supongo que fue desgaste del soporte debido a la corrosión provocada por la lluvia –Kkkkkkk… kkkkkscuchamos bien, ¿puede repekkkkkkksaje?, ¡cambio!- ¡Enviaré un reporte por escrito más tarde!, ¡cambio y fuera!- Solo tuve estática como respuesta.
Miré el aparato y camine alrededor. Entré al edificio y subí por unas pequeñas escaleras de metal oxidado hasta la azotea, donde estaba la base, doblada hacia la calle, como si el panel hubiera saltado para suicidarse dejando el metal retorcido en su lugar.
No estaba precisamente corroído ni oxidado, no había marcas de algo que hubiese provocado la caída.
Bajé de nuevo, y cuado salí del edifico miré hacia el fondo de la calle, un hombre vestido de blanco permanecía parado allí, como mirándome a unos cien metros de distancia. El corazón me dio un vuelco, quizá era otra persona con amnesia, o alguien que había perdido la razón y quería dar una vuelta. Comencé a caminar hacia él con el arma en las manos, y no se movió, así que grité – ¡Hey!, ¡¿que hace aquí?!, ¡¿Quién es usted?!- el hombre comenzó a caminar a su derecha. Así que yo comencé a correr hacia él.
Su ropa era extraña, parecia una especie de traje aislante, de esos que usan cuando hay derrames nucleares o castrones biologicas, pero no llevava casco.
Camió tranquilamente hasta desaparecer en la esquina. Yo corrí con más fuerza y grité que se detubiera o dispararía, pero no se detuvo, así que apunté el arma.
Di la vuelta en la esquina y lo vi al final de la cuadra, dándome la espalda, caminando tranquilamente, casi podía escuchar que iba silbando -¡Alto ahí!, ¡identifíquese o disparo!- Pero no volteó, así que disparé a un edificio que se encontraba a su lado. Al parecer no se lo esperaba. Me volteó a ver y luego hecho a correr. Corrí tras él, ahora que lo veía de cerca no lo reconocía; nadie que conociera en el grupo de resistencia tenia una ropa como aquella y su rostro no era familiar, además parecía estar algo gordo, y en las condiciones di vida que teníamos no había forma de tener tal condición.
Le apunté a una pierna y disparé, pero no le di, continuó corriendo hasta el final de la cuadra y volvió a dar la vuelta, pero ahora a la izquierda, casi lo alcanzaba. Cuando di la vuelta mi corazón casi se sale. Mi respiración se detuvo y del susto caí a la calle.
Un hombre vestido de traje me tendió una mano -¿Se encuentra bien?-no le di la mano, solamente me le quedé mirándolo, no lo podía creer. Me senté en el piso y el hombre pareció molesto, quitó su mano y siguió caminando, dando la vuelta en la esquina por la que o había salido. Mire alrededor. Edificios en perfectas condiciones, gente en toda la calle, tiendas abiertas con toda clase de cosas a la venta, autos circulando, y mucho ruido.
Cerré los ojos y me aferré a la pared más cercana, tratando de sentirla, sólida, cerciorándome de que fuera real.
Me levanté tambaleante, y caminé de vuelta a la esquina, al asomarme no vi ya la calle destruida por la que había corrido persiguiendo a un extraño hombre, había ahora una hermosa calle, sin edificios destruidos ni abandonados, y con gente caminando tranquilamente.
Miré mis manos, estaba temblando. Cerré los ojos y mi cerebro no funcionaba, no sabía que pensar. Así que solo comencé a caminar, temblando, hasta que fui a dar al piso y todo se obscureció, sentí un golpe en la cabeza y escuche algunos gritos de exclamación. Luego voces: -¿señor?, ¿me escucha?...
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