En la tierra de los árboles gigantes vivían dos señores (Joel y Joel, el segundo Joel en realidad se llamaba Arturo, pero se cambio el nombre para evitar confusiones), al parecer eran hermanos o amantes, ¿qué mas da? (¡OK!, a veces se tocaban sus partes). Ellos compartían una bella y adorable rama ubicada en la zona donde el follaje de los árboles era verde y húmedo.
La vida entre las ramas era fácil, comían hojas, pedacitos de tronco y caca de los pájaros gigantes que viajaban y que muy amablemente eran recibidos por éste par de hermanos. Más de una vez los pájaros viajeros gigantes intentaron comerse a Joel, porque él despedía un olor a fresas con cajeta, pero sólo bastaba con invitarles a comer algunos pedacitos de tronco y comenzar a charlar, y automáticamente los pájaros viajeros gigantes se volvían amigables y correspondían las charlas, sólo que casi siempre hablaban de sexo, eran un poco pervertidos.
Una mañana Joel despertó y a su lado se encontró con una cama-nido gigantesca formada a base de palitos secos, Joel se asomó y encontró en ella dos huevos, entró a la cama-nido y uno de los huevos le empezó a hablar:
-¡Sácame de aquí! –dijo una vocecilla que salía del huevo.
-¿quieres que te saque de la cama-nido? –preguntó Joel al huevo, mientras intentaba buscarle la boca al huevo.
-No seas wey, quiero que me saques del huevo.
-Espérame aquí, déjame voy por mi hermano, él de seguro sabe que hacer, de nosotros dos él es el estudiado. –dijo Joel pegando los labios al huevo.
Joel fue por su hermano y le contó todo lo sucedido.
-mmm... déjame pensar que es lo que podemos hacer. –le dijo Joel a su hermano.
De repente Joel salió corriendo hacia el otro extremo de la rama y tomó el pico de uno de los cadáveres de los pájaros viajeros gigantes, que habían muerto en la última sequía. Rápidamente lo llevó hasta la cama-nido. Joel comenzó a golpear el huevo con el pico hasta hacer una pequeña fisura en el huevo.
-¡Gracias, creo que ya puedo romper yo solo lo demás! –dijo el huevo mientras iniciaba a picotear el cascaron.
A los pocos minutos ya era visible todo el cuerpecito de lo que se presumía un pájaro viajero gigante bebé. Con un gran último esfuerzo el pájaro viajero gigante bebé salió completamente, al salir tanteó la cama-nido con sus patitas y viendo a los hermanos Joel dijo un caluroso -Gracias-.
De una manera cambió muy bruscamente su caluroso gracias por un –que hambre tengo, mmm... ¡me los voy a comer!-.
El pájaro viajero gigante bebé tiró picotazo tras picotazo a los hermanos Joel, hasta dejarlos totalmente desfigurados y con múltiples mutilaciones. El pájaro viajero gigante bebé tomó una pierna de Joel y se la comenzó a tragar, el resto lo guardó para cuando tuviera más hambre.
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