La chica del corazón roto estaba despertando apenas de su siesta en el pasillo de la universidad. La lluvia llenaba el breve silencio y callaba los inquietantes murmullos de las aulas. Torpe y lentamente se incorpora y se rasca los ojos mientras ve como la gente afuera de la escuela corre y busca un refugio del aguacero. Traía guantes pues el frío en las aulas era intolerable, un guante estaba cerca del bebedero, alguien debió patearlo hasta ahí, eran de un color rojo brillante muy bonito. No tenía idea de cuanto tiempo había dormido. El reloj marcaba las dos y cuarto de la tarde. Al parecer; eran cerca de la una y media cuando decidió descansar. El libro que estaba ojeando se hallaba también tirado. Se le quedó viendo un par de minutos mientras se rascaba los ojos, como esperando que el libro se incorporase por sí mismo y volviese a ella. "¡Ahí estás!" Gritaba y a la vez susurraba él, mientras ella le hacía una seña indicándole la posición del guante como si fuese algo secreto. Él recogió el libro, lo limpió y se lo entregó junto con el guante envolviéndolo con una sonrisa. "Estaba pensando en ti niña y te estuve buscando, pero ya veo que acá andabas" Ahora su voz era más suave, cálida, cercana. Él no era muy guapo pero tenía algo que le atraía. Correcto, sencillo, educado, siempre detallista; pensabas que tal vez él hubiese sido capaz de tirar su saco encima del charco que pisaste esta mañana. La chica con el corazón roto lo amaba, y mucho. Pero no se atrevía a decírselo, a veces la escuela la distraía demasiado, y ella estaba desesperada, ansiosa, esperando una llamada de teléfono de su parte para salir juntos, tomar un helado, ir al cine, y tal vez caminar cerca del campus y en uno de esos instantes él le diría que la ama y así ella podría también confesarle su amor, sellar todo con un beso y que en ese instante todo el mundo sería un gran espectáculo de fuegos artificiales. Pero la chica con el corazón roto recibió sus objetos y la sonrisa con indiferencia, sólo se limitó a decir de una fría y seca manera "Gracias, estoy bien". Él viendo su indiferencia se aleja, ya estaba acostumbrado a recibir ese trato de ella. Le hace una reverencia, le sonríe y se marcha, en su paso se halla con otra chica, la toma de las manos y se van. La chica con el corazón roto se apoya en la pared, suspira y espera entrar a clase. |