...y justamente paso...:
El dia antes de la tragedia, mi inconciencia era la adiccion del momento. Mi ego volaba en las nubes, creyendo que todo estaba "bien", por decirlo asi, que todo estaba a la perfección, y volaba entre mi narcotica nube de la cordura, de la que todo era bello y fantastico. Habia un festin, en el cual yo asistí, de penas olvidadas y de mal vivir. Pase por el mejor momento de mi holganza, pase por cosas completamente desfiguradas y transformadas, pase a ver completamente colores "claroscuros". Fue algo libertino y completamente sedante.
Pero fue algo que me hizo bajar de aquella nube, el dia en que pude abrir bien los ojos. Tus frases como fuego, hicieron que mi ego se fuera profundamente al suelo, y es que despertaron en mi algo que estaba inconciente, algo sedado. Hiciste ver en mi los colores claros, porque estos negros ojos sedados estaban. Y lentamente la lagrima del arrepentimento bajo, raspando friamente mi piel, y mis manos estaban temblando por esas compungidas palabras que a mi alma mató. Un "te odio" fue la espada que atraveso tu corazón y mi alma, las heridas comenzaron a sangrar tu negra oración. Solo podia pensar en aquellas acciones que uno hace cuando no pertenece a la realidad, si no al libertinaje. Inconcientemente yo no pertenecí a la realidad, y fue tus frases el remedio que golpearon esta enfermedad de inconciente que me hizo volar hacia las falsas ilusiones.
Pero tranquila niña, otra vez mas las ilusiones quedaron atras, y tu grande anhelo se hizo realidad, pude volver en mí.
Las heridas ya no sangran más...
Juan Cancio |