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Ramón Peralta Sosa y su hijo Juan son los mariachis que animan el viaje de placer de los Palmer, en el yate particular. ¡Clic! la Sony a las caras con sombrero ¡clic! el mar azul…

“De la Sierra Morena,
Cielito lindo, vienen bajando
Un par de ojitos negros,
Cielito lindo, de contrabando...”


De la embarcación pende atado un feto de caballo sanguinolento abierto a cuchillo que colorea el azul profundo del caribe. Roy Palmer gusta de la pesca del tiburón y prepara la caña mientras Christine, su esposa, está totalmente desnuda haciendo equilibro en la barandilla. A ella le gusta mear el guiñapo asqueroso que hace de cebo a los escualos mientras su hombre prepara el aparejo.
El barco está a la deriva, el clima es bueno, el sol, espléndido.
Los mariachis cantan lozanos; Juan mira el cuerpo de la mujer, una gran hembra, cree que no podrá disimular la erección.
Ella insinúa el culo a Roy y al sol, o a las posibles gaviotas, o al cosmos; logra atraer su atención aunque está menstruando y ha manchado la baranda blanca al deslizar la jugosa entrepierna en ella…

“…Ay, ay, ay, ay,
Canta y no llores,
Porque cantando se alegran,
Cielito lindo, los corazones…”


¡Clic! al culo de Christine, y Roy Palmer acerca la cara de su mujer para tomarle una foto en el momento que se lleva su verga a la boca; luego alza los ojos al cielo terriblemente azul que discute con el mar en el horizonte levantando una polvareda de nubarrones predecibles; y posiblemente algunos tiburones, por allí abajo, den vueltas sin que nadie parezca enterarse.
A ella le gusta ese pene más bien corto y grueso; en cuclillas y de espaldas al Caribe le hace una mamada suave, toma el culo de hombre con ambas manos y sólo mueve la cabeza adelante y atrás, él se aferra a la baranda y ve el fin del cielo. Los músicos observan y cantan. Al menor parecen temblarle el pulso y el corazón; al más viejo no, está acostumbrado a esos viajes de buena paga…

“…Pájaro que abandona,
Cielito lindo, su primer nido,
Si lo encuentra ocupado,
Cielito lindo, bien merecido…”


Entonces Roy penetra a su esposa por el culo, ella de pie doblada hacia el agua por la barandilla, él también está parado con su Sony digital como única prenda que cuelga del cuello. La toma de las tetas mientras ella ve su preciosa melena rubia colgando hacia el agua salada de un Caribe tranquilo. Gruñe, el hombre la ha lubricado sólo con la sangre menstrual, el culo le es un pegote que quema pero gusta, gime de grave a agudo, tozuda y enérgica: Gime, insulta, pide, Christine.

“…Ay, ay, ay, ay,
Canta y no llores,
Porque cantando se alegran,
Cielito lindo, los corazones…”


¡Clic, clic, clic! La verga que sale del culo y deja ver una pasta amarronada entre los dedos de la mujer que se sujetan las nalgas hacia fuera como centro de un cuadro de bordes azules de mar. Es que a Roy le encantan las fotografías; pero un estertor violento de la embarcación logra distraerlos, un tiburón está forcejeando con el cebo. El agua se vuelve cobriza en la popa. El pez es grande y fuerte y los gemidos de Christine se transforman en gritos de pavor porque ve dos o tres siluetas como de torpedos, justo bajo su melena rubia —¡The fucking sharks, Roy…!— y el hombre se retira del culo dispuesto, presuroso, arrancando la verga y el grito esta vez de dolor y espanto de la mujer; al tiempo que los mariachis.

“…Ese lunar que tienes,
Cielito lindo, junto a la boca,
No se lo des a nadie,
Cielito lindo que a mí me toca…”


Pero en el instante de la pesca es el joven Juan quien no aguanta el suplicio y corre tres pasos hasta la mujer que —ven aquí, perrito frijolero— se dispone a mamársela.
Roy coge un arpón e intenta acertar algún blanco subacuático, el señor Ramón vuelve a la canción, Christine en cuclillas toma los huevos del joven y chupa la verga, y los tiburones ya son varios bajo el casco. La adrenalina no para en el pequeño yate, Roy Palmer tira de la soga que ahora sostiene unos jirones de carne desteñida, grisácea, y huesos que crujen entre las fauces de un enorme pez. Y.

“…Ay, ay, ay, ay,
Canta y no llores,
Porque cantando se alegran,
Cielito lindo, los corazones…”


—¡Suck my pussy, perrito lindo…!
—¡No mames, doña, no way no way…!
—¡Así, my doggie boy, ándale!
Roy no puede dar crédito a sus ojos: seis, siete, ocho aletas de tiburón alrededor de la nave; entonces vacía el cubo con la carnada y busca un revólver, desnudo y con la Sony en el cuello, a los saltos, desaforado; mientras su mujer es penetrada por el joven mariachi.

“…De tu casa a la mía,
Cielito lindo, no hay más que un paso,
Ahora que estamos solos,
Cielito lindo, dame un abrazo...”


Seis, siete, ocho disparos al agua, gotas de sangre afloran entre borbollones y coletazos… —Fucking shark take this, fucking sharks…!— Al tiempo que algo macizo, flotante a media agua, perverso, obtuso, inoportuno, da un golpe seco en la proa y hace un profuso agujero… —¡Fucking shit… ¿pero qué carajos…?! ¡Clic clic clic clic clic clic…!


El cielo termina de pelearse con un Caribe ya grisáceo y los dos hombres van en el pequeño bote inflable. Ahora pueden distinguir la costa. Es Ramón Peralta Sosa el que rema y lloriquea, es Roy Palmer, desnudo y con la Sony al cuello el que empina la botella de tequila y blasfema al viento haragán del atardecer…
—Fucking cubanos, Ramón, dejan esas apestosas balsas flotando a la deriva… ¡Ya cállate, man! ¿Acaso no tienes otros cinco hijos allá en la costa? ¿qué te haría a ti uno menos, one fucking head, one fucking shit…?
—No way, mister Roy, no way… mi pobrecito Juanito, my god, oh, mi god…
—Hicimos lo correcto, Ramón, Christine sangraba, tú sabes… the pussy, Ramón, eso fue lo que distrajo a los tiburones… Y Juan pues… no entrábamos tres aquí... ¿acaso no se tiró a mi chica ese fucking man? Menos mal que ella sangraba, hombre, menos mal… Ay, ay, ay ay, canta y no llores… Ay, ay…

Texto agregado el 22-07-2006, y leído por 864 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
16-02-2009 Yo sería incapaz de tener esa locuaz imaginación. Está original, divertido. Me reía a rabiar según leía. Gracias, ;) Idaluz
28-11-2007 esto me gusta cada vez más... Aristidemo
09-08-2007 Esto es muy bueno y los felicito. santacannabis
02-07-2007 jajajajaja econtumente
01-10-2006 jijiji. Me hicieron reir, disfrutar, tocar a los tiburones, mmm. Saben que tienen mi admiración. Todos los besos*. regina_mojadita
26-09-2006 voy a bajarme cada uno de estos cuentos, que trascienden por mucho el tema del erotismo por mas guarro que lo quieran escribir... incluso la franca pornografia, que no es mas que otra de las cosas que nadie se atreve a decir, no solo por mojigateria... y entonces usamos el subterfugio de la metáfora... "allí donde mi espada se convierte en miles de espadas atravesandote.... y es que se la esta garchando y chau. Pero bueno, es literatura y cada uno la hace como puede y quiere. Pero escribir asi, como ustedes, requiere de un talento que es superior al del que hace otro intento de escritura. No sé si hay tantos ejemplos de escritores que hayan abordado el tema, como se han abordado otros. Pero citando al mismisimo Shakespeare que a veces era francamente indecente, gracias a Dios, bueno, hay muchos... Me encanto este cuento, me encanto por que muestra mucho mas de lo que aparenta. Y no es poco decir. Me los voy a bajar todos y cada uno, para leelos con el debido tiempo. Y comentarlos con mis limitaciones pero con la atencion que se merecen. Si ustedes estan locos, la verdad... que pena que este tipo de locura no se contagie por internet...yo me inocularia para bien de la ciencia, sin reservas. saludos. y felicitaciones. anaclaragarcia
09-08-2006 Increible, como se puede escribir así ? Perfecto+++++ crazymouse
06-08-2006 Genial campeona
22-07-2006 Muy buen relato.Vigoroso. Final difuso parta el Juanito. BenHur
 
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