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El horizonte se veía muy lejano, casi inalcanzable. Su mirada vagaba de un lado a otro del paisaje mientras avanzaba lentamente por aquel camino. Muy poca gente transitaba ese estrecho sendero que se sumergía en un espeso bosque. Le esperaban en el pueblo cercano donde, al fin, había encontrado un trabajo. De nuevo volvería a empezar de cero.

Un modesto molinero le había ofrecido un puesto de ayudante más por pena que por necesidad, seguro que podría haber encontrado un mejor ayudante. Pero aun así, el le estaba profundamente agradecido por lo que había hecho y por su amabilidad. Sería un duro trabajo, pero se esforzaría. No defraudaría a aquel hombre que le había apoyado, por mucho que le costase.

A media tarde ya se podía ver el pueblo mientras iba acercándose despacio. Estaba situado en una colina a la entrada del valle, era la más grande de las aldeas que se hallaban entre esas montañas. Su templo era el orgullo de la zona, un hermoso edificio de mármol blanco con una torre delante que apunta a la salida del Sol y otra en la parte de atrás señalando por donde se esconde el astro rey. También era el único pueblo que contaba con molino, así que en esta época del año iban a empezar a llegar gentes de todo el valle con la cosecha de la temporada. Habría mucho trabajo.

Como llegaba la noche, podía ver mientras se acercaba, como las gentes se afanaban por ir terminando sus quehaceres. Con paso decidido se internó entre las casas. Nada más entrar las personas del pueblo empezaron a susurrar a su paso y a mirarle de reojo. Es lo normal, pensaba intentando tranquilizarse, pues soy un extranjero y nadie me conoce.

Podía ver las aspas del molino girando por encima de los tejados del pueblo. Hacia allí se encaminó. Los murmullos le acompañaban en su paseo, a la vez que los niños le perseguían formando grupos. El molino estaba al otro lado del pueblo, por las afueras en lo más alto de una colina para abarcar todo el viento posible. Un camino preparado para las carretas cargadas con la siembra subía hasta la ancha puerta del molino. Sin prisa subió hasta donde se asentaba el edificio y sin perder tiempo llamó. La puerta se abrió un resquicio por donde se asomó el molinero, que al reconocer al visitante la abrió por completo.

- ¡Pasa, pasa! -Dijo con una sonrisa pintada en el rostro, mientras sus ojos observaban el camino donde aun quedaban algunos niños. ¿Qué hacéis a estas horas por aquí? Iros a vuestra casa.

- Sois muy amable acogiéndome en tu casa y dándome un trabajo. Os estoy muy agradecido. Contestó el visitante una vez dentro.

-Bueno, mis manos ya no son lo que eran, no podría hacer todo lo que viene yo solo.

El interior del molino era oscuro y apenas contaba con un par de ventanucos estrechos por donde no entraba casi luz. La única habitación del molino estaba llena de poleas y engranajes con los que se lograba moler el grano. Desde la ancha puerta hasta el lugar donde se molía estaba despejado para poder meter la carreta y echar directamente el grano para no tener que cargarlo. Una puerta conducía a la casa contigua al molino donde vivía el molinero y donde viviría el.

- Ven, vamos a la casa, estaremos más calientes allí y así te mostraré donde dormirás.

La casa no era muy grande, contaba con una sala con chimenea con un par de sillones cerca del fuego, una mesa donde comer y una cocina. Una puerta daba a la habitación del molinero y otra más pequeña se habría para descubrir una pequeña despensa.

- Aquí será donde tu dormirás -dijo señalando un espacio cerca de la chimenea. Ahora traeremos algo de paja y haremos un colchón, fuera hay un establo con una vieja yegua y algunas gallinas. Descansa hoy que mañana empezaré enseñándote el mecanismo del molino y que es lo que tienes que hacer. Sin nada más que decirse, prepararon el colchón y ambos se fueron a dormir.

El canto del gallo les despertó justo con la salida del Sol. Tras desayunar fugazmente, el anciano comenzó mostrándole la función de cada engranaje y de cada palanca. Por la mañana sería el encargado de recoger los huevos de las gallinas, limpiar el establo y de revisar que cada pieza del mecanismo estuviese en perfectas condiciones. A media mañana comenzarían a llegar los campesinos con los frutos del año y les debería indicar como entrarlos al molino y ayudarles en lo posible mientras el molinero lo hacía funcionar. Abría un descanso para comer y si a media tarde el trabajo ya había acabado podría hacer lo que quisiese.

Luego le hablo del pueblo y de sus gentes y sus costumbres. Le explicó donde podía encontrar la casa del curandero, el herrero al que posiblemente tendría que ir, la carnicería, la pescadería, la verdulería y todos los lugares de interés. También le explicó como llegar a un riachuelo donde poder bañarse sin ser molestado y donde estaba el pozo de donde sacarían el agua.

La temporada no tardó en empezar y llegaron las largas horas de trabajo. Cada día llegaban varias carretas cargadas de maiz, cebada y otros productos que tenían que ser molidos. Algunos días el número de carretas bajaba y en estos días de descanso aprovechaba para escaparse al pueblo a comprarse alguna cosa que necesitase o a refrescarse en el río y así desprenderse de todo el sudor del día. Un día al regresar de uno de sus paseos escuchó gritos cerca del molino y se apresuró. El molinero discutía acaloradamente con algunos pueblerinos pero cuando le vieron acercarse la turba se dispersó.

- ¿Qué ocurría? Preguntó intrigado al molinero.

- Nada, nada, discusiones de vecinos, nada importante -contestó este.

- ¿Está seguro?

- Claro, no te preocupes.

Algunos días después mientras limpiaba el polvo que se iba acumulando en el molino escuchó como alguien llamaba a la puerta de la casa y como el molinero empezaba a hablar con la visita. No distinguía lo que decían, pero lo que empezó siendo una tranquila charla pronto desembocó en otra discusión a gritos. Lo único que pudo entender fue algo del hijo del diablo, la gente del pueblo parecía asustada. Abrió la puerta y entró. Allí estaba el molinero con un vecino de la aldea, parecía el herrero por su tamaño y su delantal.

- ¿Interrumpo algo? Preguntó amablemente.

- No, nuestro amigo el herrero ya se iba -contestó resolviendo sus dudas. ¿Verdad?

- Si claro, siento haberte molestado a estas horas. Respondió el otro. Pero recuerda mis palabras All.

- Las tendré en cuenta. Repuso el anciano.

- ¿Qué es lo que pasa? Preguntó cuando el herrero se fue.

- Nada, problemas del pueblo.

- No creo que no pase nada. Hace unos días cuando bajé al pueblo a por agua del pozo me insultaron y me tiraron piedras. ¿Que pasa?

- De acuerdo, te lo contaré. La gente del pueblo no está cómoda con tu presencia. Hace unos días ya me pidieron que te dijese que te marchases y como me negué hoy a venido el herrero para intentar meterme miedo. Pero les he dicho que te quedarás al menos hasta que acabe el trabajo aquí, pero si sigues trabajando así que te quedarás todo el tiempo que quieras.

- Muchas gracias por su apoyo, pero si soy una molestia me marcharé, ya me han tirado de otros sitios antes.

- No, no te irás. No puedes seguir huyendo. Debes de quedarte y demostrarles que eres fuerte y que no huirás.

Unas noches después intentaron quemar el molino. Por suerte el intenso calor y el humo les despertó y pudieron apagar las furiosas llamas antes de que destruyese la maquinaria. Pero las aspas quedaron por completo convertidas en cenizas y habría que hacer otras. Tras un día de duro trabajo pudieron volver a abrir el molino. Por el tiempo que estuvieron parados los campesinos habían ido amontonándose y tendrían mucho trabajo durante algunos días.

Al poco tiempo recuperaron la normalidad, el trabajo seguía y no tuvieron descanso. Pasaron algo más de dos semanas para que consiguiese escaparse al río. Cuando volvía se podía ver una columna de humo que surgía de donde estaba el molino. Salió corriendo, conforme iba acercándose podía ver como las llamas ya habían devorado todo el molino y ahora se extendían por la pequeña casa contigua. Al no ver al molinero por fuera se internó sin pensarlo en la casa, ignorando a la multitud de curiosos que observaban el incendio sin hacer nada. Haciendo caso omiso de las llamas busco a All por todas las habitaciones y al no encontrarlo, entró en lo que quedaba del molino que amenazaba a caerse de un momento a otro. Allí lo encontró debajo de una viga de madera que había caído del techo. Ya no podría hacer nada por el.

Salió por la puerta del molino y echó a caminar hacia el pueblo ignorando a los mirones que se apartaban de su camino. Lo había perdido todo, lo poco que tenía había quedado destruido por el infierno que se había desatado en el interior del molino. Y al igual que el molino y lo que había en el había desaparecido bajo la furia de las llamas, el pueblo y sus habitantes también desapareció bajo su furia. Fuese o no fuese el hijo del diablo el también tenía derecho a vivir una vida normal. De nuevo su pálida piel y sus extraños ojos rojos habían conseguido echarlo de un lugar.

Volvía a los caminos, su verdadero hogar. Un nuevo horizonte se alzaba sobre el y su mirada volvía a recorrerlo como quien vuelve a encontrarse con un amigo al que lleva tiempo sin ver y busca los cambios que el tiempo ha hecho en el.

A cada paso que daba el horizonte quedaba más cerca, algún día llegaría a alcanzarlo...

Texto agregado el 21-07-2006, y leído por 314 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
26-08-2006 Un final sublime para un relato estupendo. Un fuerte abrazo Ikalinen
03-08-2006 Cuando eres "diferente" que el resto, eres anormal, no propio de confianza, un extraño, alguien que hay tener lo mas lejos posible .. lo peor a veces de nosotros los humanos, es la mente .. colocamos en ella ideas que no tienen ni base, solo por supersticiones, creencias, mitos, leyendas pueblerinas o arraigadas desde un pasado. Es fàcil criticar o mejor dicho, menospreciar lo que no se entiende, o sera la conciencia de cada uno que ve el mal en todos lados. Para mi humilde opinion, tiene mucha moraleja tu relato Dave, esta padre ••••• esme_ralda
22-07-2006 Excelente prosa de gratas imágenes sensoriales.***** SorGalim
21-07-2006 Las apariencias enganan, sobretodo ...al ignorante!!!!!Estupendo ***** Ciiara
21-07-2006 Muy bien Balthamos muy bien, excelente relato. Me cautivó.5* eneas
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