Pienso, mientras bajo por la escalera del metro.
Al estar sobre el vetusto andén, entro por la puerta del tren que ya comienza a cerrarse, casi por reflejo me dirijo a un asiento disponible en uno de los deprimentes vagones del metro de Estación Central.
Pienso, y me siento rodeado de gente, mas es la gente de “siempre”, la que no sabe mi nombre ni conoce mi voz, pienso mientras apoyo la cabeza en la ventana y cierro los ojos.
Solo puedo sentir ese vacío, al estar rodeado de amigos extraños y de extraños conocidos.
Divago un poco, siento y pienso a momentos en el vaso de ron que apuré hace solo unos momentos, siento esa soledad tan habitual que me recorre de pies a cabeza, y estoy conciente más que nunca del vacío genético que deseo llenar, siento el deseo amargo y aletargado de interrumpir, hablar y molestar, mas lo guardo y me duermo en el camino.
Despierto aun más lejos que al comienzo y con una hora menos de vida, sin saber lo que ha sucedido.
Camino a mi casa, camino a la universidad, camino al bar y camino a la muerte, simplemente porque nunca ha sido mi opción.
Pienso en si alguna vez será diferente, si las cosas cambiaran, si alguna vez cambiare yo. Vuelvo a pensar y a pensar, a sentir y callar, pero es mi pensamiento el que me guía a decir en voz baja que, por alguna vez en mi vida, nadie será victima de esto que ahora estoy sintiendo, luego y sin más te digo, sin que escuches siquiera un murmullo, no te preocupes, no interrumpiré, no hablare ni molestare.
Hoy solo me sentare en la cama, esperando el próximo vaso de ron acompañado del amistoso humo de un cigarro y los cócteles de pastillas, para poder ser así, por unos momentos, un poco más feliz… |