…. Y allí estaba la abejita con todas las ganas y ánimos de ir a ver a su preciada flor, aquella flor que endulzaría su paladar, aquella que le daría una razón para vivir, esa misma flor que la alimentaba día a día, la misma que enternecía sus alas contra sus pétalos perfumados… aquella linda flor que a veces sin querer hería a la abejita dándole amargos néctares cuando el tiempo no alcanzaba para endulzarlos. Y entonces iba la pequeña a visitar a su flor, volaba como si fuera el ultimo día en que pudiera volar en toda su vida, pasaba obstáculos, se escondía de aquellos otros animales que la querían como cena, esquivaba al viento y al sol, emprendía su travesía contra la lluvia y la tempestad… nada podía parar a aquella abejita que volaba para ver a su flor, para no morir de hambre, para encontrar la calma y la harmonia en su vida, esa misma flor que no se podía mover de su sitio, aquella que embellecía todo el jardín de flores con la sola
presencia de su aroma, la flor que permanecía en la mente de la abejita, y que le alegraba la vida sin siquiera notarlo… todos, preocupados por la abejita, le decían que no viajara tan lejos para ver a esa flor, que era riesgoso y que tal vez no podría regresar algún día por culpa del cansancio o de haber sido atrapada en el camino… incluso insinuaban que aquella miel deliciosa la podría envenenar de tal manera que ella moriría al instante; pero la abeja nunca hizo caso a esos comentarios, ella sabia que no podía existir sin su flor, que el día en que faltara esa flor seria su fin… no era la comida lo que buscaba, era simplemente estar cerca de la florecita y poder compartir así sea un momento de su presencia. Llego entonces un tiempo de avalanchas y nieve sin cesar, nevaba y nevaba todo el tiempo, la flor se congelo por tanta nieve que caía a su lado y no hubo señal de ella por todo el tiempo que duro nevando… mientras tanto la abejita no sabia que hacer,
intento volar a ver a la flor pero le fue imposible lograrlo, otros se apiadaban de la abejita y le llevaban comida, sin embargo ella no quería probar otra miel que no fuera la de su flor hermosa, al no poder comer, y con la agonía de no poder ver a su flor, la abejita se enfermo, muchos se preocupaban por su bienestar y cuidaron de ella, incluso otras flores estaban dispuestas a dar sus mas dulces mieles para que la abejita se recuperara, pero ella se negó a tan buenas ofertas, solo pensaba y soñaba en el día en el que podría ver a su flor nuevamente, y entonces no comía, no dormía, su espíritu estaba en trance, ya ni lagrimas le salían de haber llorado tanto. Y se fue yendo hasta que se desmayo, vinieron a su
rescate las otras flores y cuidaron de ella, sin saber entonces la abejita se dejo atender, se mejoro gracias a las atenciones que las demás habían tenido con ella, y cuando despertó después de un largo tiempo, estaba recuperada y entonces ya la nieve había cesado.
Sin pensarlo dos veces, se fue rápidamente a ver su tan añorada flor…. Y estaba allí, casi tan hermosa como la recordaba la abejita pero incluso mas bella ahora pues el tiempo y la distancia hicieron que la abejita casi olvidara cuan bella era esa flor. La abejita se acerco a la flor, sin siquiera emitir un sonido de sentó en uno de sus pétalos y probo de su néctar
otra vez… después de tanta nieve.. Así la flor se viera bien, no tenia fuerzas para continuar, pues necesitaba el sol para que le diera fuerzas, la abejita no entendía esto pues estaba tan contenta de ver a su flor que no noto el dolor que le causaba incluso haberse posado en su pétalo. Aquel néctar que la abejita probo la tumbo de una vez al suelo, le hirió el corazón, la inmovilizó, ella no entendía que pasaba, y la flor sin poder decirle nada también cayo al suelo casi al mismo tiempo que la abejita. El néctar de la flor se había dañado por el frío penetrante de la nieve… y allí estaban la abeja y la flor muriendo sin razón, pero con la irónica alegría de ese momento compartido por última vez…………….