LLueve sobre mojado, la gota que colma el vaso, la cosa no da más de si... Y, así, podría seguir. De nada sirve pedir ayuda. Es tu batalla, la que nadie puede librar por tí, en la que más débil y sólo te sientes... La chispa que ha hecho volar todo por los aires. Parece que es la batalla final, pero es sólo una más, la última.
Has estado a menudo contra las cuerdas, a punto de tirar la toalla. Tirado en el suelo, con la cabeza gacha y sin poder levantar la mirada para pedir clemencia. Los brazos apenas sustentan tu alma... ¡Y tendrían que poder con tanto más! No hay manera, pero tienes que continuar.
Cuando estas a punto de dejarte arrastrar a las tinieblas, cierras los puños y aprietas tus dientes. Recuerdas quién eres y a qué has venido a este Mundo. Sabes que no sois muchos los que tenéis ese don; tan criticado y valorado al mismo tiempo, y que cada baja es un drama... No puedes traicionar a esos pocos que todavía creen en tí, a todos aquellos que un día dieron su vida por ti.
A veces has intentado luchar contra esa rebeldía innata que hace que te enfrentes a la lógica pero, esa lucha, la ganó apabullantemente tu corazón hace años, sin dejar opción a la revancha. Es inútil plantear otra opción y lo sabes.
Mirás al cielo y te levantas dejando boquiabiertos a todos. Otra vez, piensas... Para ti, no es algo admirable, a veces lo sientes como una condena, que todo sería más fácil si fueras como los otros, pero por otra parte, eres consciente de que es una bendición y, además, ¿Qué otra cosa harías? No estás dispuesto, ni a dejar de existir, ni a hacerlo inconscientemente...
Sonríes, porque en ese mismo instante te has dado cuenta de que la magia está dentro de ti y la situación se ha invertido. Ahora eres más fuerte y sabio que antes, pero no intentes buscarle la lógica, te volverías loco, eres un elegido, pero no un dios. Quédate con una cosa: cuando crees que ya no puedes, es que todavía puedes. ¡Levántate! |