UN DIA MEJOR.
(a Vincho).
Los estallidos que multiplican el abandono de mi morada
-casa sin rejas, sin puertas ni aldabas–
se ciernen sobre mi cabeza con el peso de la muerte
que anda rondando, que vigilando acecha bajo mi tamba.
He de revivir los deseos de hacer y deshacer, de reír y llorar,
de dormir sobre sábanas blancas y soñar
con aves que vienen sin presagios malignos
a anunciar un apacible despertar.
Pero aquí están los que duermen mientras escribo,
los que exigen cumplimiento del deber pactado por el mísero pan,
los que no me permiten soñar ni dormir y que esperan,
viviendo tranquilos, que cumpla lo que ellos no echan de ver.
Me agobia el desencanto de no acariciar la mano de mi hijo,
de labrar el futuro a fuerza de presiones que inhiben la ilusión.
Una ilusión gastada de tanto soñarla, lejana, ausente,
tardía y mezquina, que impropia insiste en reaparecer…
Ilusión nacida de las manos de mi madre que con dulzura,
con fiereza escondida, cultivaba el destino codo a codo con la desesperación.
Unas flores azules me recuerdan la esencia de las noches en que silente
cosía, bordaba y tejía cada una de las hebras de su bendición.
Vivir para los vivos, renacer de las cenizas, olvidar la hora aciaga…
¿Cuánto esfuerzo se va en la vida tratando de entenderla;
de vivirla a escondidas evitando el dolor?
Que cruel desencanto para el ser parido sin la mano de Dios.
En medio de la nada todo pierde valor, los vivos, los muertos,
los sin sentido. Y en medio de todo estamos tú y yo, perdidos,
agobiados, pero fortalecidos por una nueva ilusión.
Mañana será un día mejor…
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