Se había quedado dormido, sabía que tenía trabajo que terminar, pero, el sueño le ganó. Cuando abrió los ojos ya todos en la oficina habían salido. Vio una nota frente a su máquina que decía: No te olvides de terminar tu trabajo. Vio a su lado un cerro de papeles que revisar y sintió que se iba a amanecer en el trabajo. Se paró y fue hacia el baño. Entró, se quitó la bragueta y se puso a orinar en el retrete cuando vio que una de las ventanas del baño estaba abierta de lado a lado. La miró y continuó meando cuando escuchó unas risas provenientes de la ventana. Se sacudió la cabeza, aguzó la vista y vio a dos chicas que estaban mirándolo por la ventana de una casa vecina. Apenas lo vieron, se sintieron sorprendidas y cerraron sus ventanas con gritillos de chicas palomillas. Se rió ante esto, pero, volvió a mirar la ventana y notó que aún las chicas estaban curioseándolo. El demonio se le acercó a su oreja y le dijo que podría desnudarse para ellas, masturbarse y, quien sabe, eso le daría una entrada para conocerlas, sobre todo que hacía ya más de dos semanas que no tenía sexo por culpa de su novia que había viajado. Un calor se le puso en el cuerpo y sus manos empezaron a sudar, temblar. No, mejor no, estoy loco, pensó. Ya se estaba dando la vuelta cuando vio que la ventana de las chicas empezaba a abrirse... Las saludó. Ellas contestaron el saludo, pero, estaban demasiado lejos como para hablar. Sin embargo, eso del desnudo, lo excitaba. Se decidió. Total, son sólo unos minutos, luego vuelvo al trabajo. Y lo hizo, primero empezó con la camisa, luego el pantalón, y así... Cuando estuvo desnudo, las dos chicas se comían las uñas, se reían para adentro mientras sus manos se escondían entre sus entrepiernas. Apagó las luces del baño y comenzó a masturbarse... siempre mirando la ventana de las chicas que no dejaban de verle y de masturbarse entre ellas... Era algo loco, pero, estaba sucediendo. Cuando la dio, todo aquel embrujo se apagó. Avergonzado, se arrastró por el baño hasta coger sus ropas, darse una ducha y vestirse rápidamente. Salió del baño y volvió a su mesa de trabajo. Mientras avanzaba los archivos recibidos esbozaba una sonrisa maliciosa pensando en volver a realizar la misma locura el próximo día... A la mañana siguiente, todos sus amigos lo encontraron trabajando, admirándose por su tenacidad. Recibiendo las felicitaciones de sus compañero y de su jefe. Gracias, dijo y continuó laborando hasta la hora de su salida. Serían las cinco de la tarde cuando salió del trabajo, y de aquella aventura nocturna que lo hizo pasar por la ventana de las chicas... pero, no las encontró. Regresó a su casa y se dispuso a dormir. Tuvo sueños extraños pero cotidianos como que su jefe le daba una oficina con baño, y una secretaria joven como una de las chicas que vio por la noche anterior, y que su vida era un viaje constante de baño en baño y de oficina en oficina, de casa en casa. Cuando despertó, se vio con la mano en su pene, erecto, y listo para una masturbada. Son ya más de dos semanas, se dijo. Iba a meneársela pero no, esta vez se dijo que no, pensó en las chicas del baño. Se levantó y vio que aun era temprano. Se vistió y salió raudo hacia la oficina, pero se detuvo en el edificio que estaba frente al baño de su oficina, y esperó. Ya había pasado la hora de entrada a su trabajo, no le importó, estaba embrujado por la pasión. Ya era el medio día cuando vio a las dos chicas saliendo del edificio. Apenas lo vieron, se detuvieron. Hablaron entre ellas cogiéndose las manos. Luego, le miraron, conversaron mas y continuaron su camino. Las siguió. Las vio entrar en una tienda. También entró. Eran bastante jovencitas, pero lindas, ambas. Su cabeza volaba, se imaginaba acercándoseles, conquistándolas y saliendo en busca de un lugar íntimo y con baño. Eso es lo que imaginaba cuando vio a su costado a su jefe, casi con la misma mirada que él, acercándose a las chicas, dándoles un beso en las mejillas e invitándolas a comer un helado. De pronto, ambas chicas le señalaron a él. Este volteó y ambos se vieron cara a cara... Se pusieron helados. El jefe pidió excusas a las chicas y salió como si viera al diablo. Nuestro amigo no, se quedó en el mismo sitio. Miró a las chicas y estas se preguntaban qué era lo que ocurría. Se iba a acercar, pero hubo un sentimiento interior que lo detuvo. Las miró y vio en sus ojos, temor, vergüenza, personajes de una oculta pasión. Bajó la mirada y fue hacia su trabajo. Apenas entró, vio a su jefe, se cruzaron miradas, pero no se dijeron nada. Caminó hasta llegar a su oficina, pero antes, quiso ir hacia el baño. Entró y vio la ventana de par a par, abierta, y recordó la noche anterior, sintió vergüenza. Se dio media vuelta y fue a su mesa a continuar laborando, sin darse cuenta que su jefe le miraba, también con vergüenza...
San isidro, julio de 2006
|