Si es cierto que el fin justifica los medios, y como el único fin que tienen los hombres es el de seducir mujeres; cualquier medio es valido para seducir mujeres. La frase bien podría haber sido dicha por Carlos que, aunque no creía en la primera premisa, acataba ciegamente la conclusión.
Había entrado en la facultad de ciencias exactas por seguir a una chica que conoció en el 33 cuando iba a visitar a una novia. Por seducir a otra chica entro en el partido comunista de la facultad y en una reunión del partido comunista conoció a Jimena.
Jimena era hermosa. Su belleza dejaba sin palabras al más ordinario de los camioneros y no despertaba entre otras mujeres esa envidia que despiertan las bellezas apenas superiores. Era imposible no admirarla.
Cuando le toco el turno de hablar, subió lentamente al estrado, asegurándose de que ella lo vea. Explico con el lenguaje florido al que nos tenía acostumbrado porque estaban equivocados los dos grupos que estaban en disputa. Dijo que el nacionalismo es una fanfarronada que consiste en creer que un país es el mejor de todos porque uno nació en el. Que no es distinto el hambre de un chico malayo que el de uno tucumano. Después propuso una acción intermedia a la de ambos grupos. Me parece que es lo mejor _ dijo, y concluyo con un: ¿no? Mirando directo, y por primera vez, a los ojos azules de Jimena.
La segunda vez que la vio estaba conmigo. Estábamos hablando de Miguel, uno de esos presumidos que le enseñaban a todo el mundo a vivir y tienen una vida patética. Escúchame, no te podes llevar el bolso a vos, y me queres llevar la valija a mí, decía yo y él volvió a repetir el único consejo que siempre daba: nunca escuches consejos sobre mujeres, el que realmente sabe de mujeres esta con una mujer, no te esta dando consejos. Pero esta vez no termino la frase, se alejo a hablar con una chica, una rubiecita de ojos oscuros y pechos generosos. Cuando lo alcancé me senté en un banco a unos metros de ellos. Logre oír el final de la conversación.
Pero lo mió es diferente. Yo te amo en serio. Vamos hoy al telo y mañana nos casamos.
Ya te di una oportunidad. Y me cagaste. Ahora bancatela, vos no queres estar conmigo. Queres estar con alguien. No te mientas a vos mismo.
Bueno, igual no me estaba mintiendo a mi mismo. En todo caso te estaba mintiendo a vos.
No se como hacia. No podría decir porque esas palabras, que a todas luces eran más que inapropiadas, hicieron efecto en la rubia. OK, llamame a la noche y arreglamos.
Cuando venia a reunirse conmigo la vimos. Todos la vieron. Todos dejaban de hacer lo que estaban haciendo para verla.
Fue ella quien empezó con la seducción. Conocía el juego: me gusto lo que dijiste en la reunión. Es lo que pienso_ dijo Carlos, que no mentía, pero que por seducirla hubiera afirmado con igual fuerza la hipótesis contraria.
Luego de las preguntas de rigor, él la invito a salir. Si, hoy. No puedo, mañana me tengo que levantar temprano. Bueno, te llevo a tu casa, estoy con el auto. Bueno, dale. Ella se adelanto un poco y el aprovechó para sacarme las llaves de mi auto.
Ese día me llamo a las tres de la mañana.
_ ¿estabas durmiendo?
_ Si ¿Qué voy a estar haciendo?
_ Esta mina me tiene loco.
_ ¿Qué mina? ¿La rubia?
_ No… Jimena. ¿Podes venir para aca? Como voy a ir si no tengo el auto.
_ Tomate un remis. Dale, venite.
_ OK… ¿Dónde estas?
Él creía que ella tenía novio y que por eso no quiso salir el viernes, así que ahí estábamos, haciendo guardia en la casa de ella, a esperar que salga para seguirla. Hablamos toda la noche, esa noche dejo de ser un gran amigo, para convertirse en mi mejor amigo, y fue de las últimas noches en que fue mi amigo. Como lo quería y admiraba por esos tiempos.
A las seis de la mañana salio y tomo un colectivo para San Telmo. Bajo en independencia al doscientos y camino unas cuadras. Fue a un comedor infantil.
Las cosas en mi alma generalmente ocurren lentamente, llenas de titubeos y arrepentimientos. Pero verla entrar al comedor, me hizo entender inmediatamente, que era mejor que nosotros, pero principalmente que era mejor que Carlos. También me hizo entender que estaba enamorado de Jimena. Por supuesto, no iba a decir ni hacer nada al respecto. -Esos son los códigos de amigos, él la vio primero.- como si podría cambiar algo si hacia algo, como si no supiera que ella estaba interesada en Carlos.
Vengo a hacer una importante donación dijo Carlos cuando salieron a recibirlo en el comedor, fingiendo no ver a Jimena que enseñaba a leer a un grupo de chicos. Luego siguió hablando en vos baja, solo la subió para decir: cien mil dólares.
Salimos y antes de llagar al auto sonó el celular de Carlos. Hola… ¿Cómo andas?…. Estoy en casa. Durmiendo y pensando en vos… dale, te paso a buscar a las diez.
Jimena, explico después. Como si hiciera falta.
Hay cosas con las que no se puede jugar. ¿Cómo podes mentirle a esa gente por una minita?
Primero, se puede jugar con todo. Segundo, no es una “minita”… es JIMENA. Y tercero, no estoy mintiendo. Voy a hacer esa donación.
¡Pero de donde vas a sacar esa plata vos! Si en tu casa comen hígado todos los días y para las fiestas le ponen cebolla.
De algún lado voy a conseguir.
Si, cien mil dólares en una semana. Mmm…. ¿Dónde podrías conseguir digamos, cinco mil trabajos bien pagos?
¿Vos por casualidad no tenes ahorrado algo?
Pero ¿como voy a tener cien mil dólares ahorrados?
Bueno, era para una buena causa.
Ya se que es para una buena causa. Pero yo no puedo donar cien mil dólares a un comedor infantil…
Igual la buena causa era que yo me levante a Jimena. Eh.
Sos un pelotudo.
No lo volví a ver hasta el miércoles. Necesito un favor, fue lo primero que me dijo cuando me vio. Cuando no. Jimena quería que salgamos con una amiga. Me pregunto si no tenía un amigo para presentarle, y bueno: yo pensé en vos.
Si la amiga estaba la mitad de buena de lo que estaba Jimena, era una buena salida, Pensé y sin embargo fingí aceptar sin ganas.
De las chicas que pasaban por la calle, la mayoría no me gusto, por lo que la posibilidad de que esta cita a ciegas fuese con alguien linda eran bajas. Cuando me encuentre con el escracho que seguramente me tocaría podría decirle: ya sabia.
En el viaje discutimos. ¿Por qué le tenes que mentir así a Jimena? Ella no es como los demás, ella es muy buena.
Todas las demás también son buenas. Solo salgo con chicas que son buenas.
Con chicas que están buenas, salís vos.
Es lo mismo.
¿Por qué? ¿En tu casa hablan ingles?
No, no… a partir de cierta edad las apariencias no engañan. La maldad, como la estupidez afean.
Sos un pelotudo. Últimamente, “sos un pelotudo” se estaba transformando en mi argumento favorito.
Contrariando lo que pensaba, la chica era menos fea que aburrida, pero Jimena valía por dos, por lo que pasamos una noche grata, en la que de a ratos olvide lo que Carlos le iba a hacer con el comedor. Todavía hoy, cuando recuerdo aquella noche, sigo creyendo que ella hablaba más conmigo que con Carlos. Era claro que había una conexión. Ahora ya se que fue todo una ilusión mía, pero esa noche sospeche que tal vez ella tendría un interés hacia mi. Tal vez allá invitado a la amiga para tener oportunidad de conocerme. Cuando uno quiere creer en algo, tiene que creer en otras cosas, aun más inverosímiles.
Después del bar, fuimos al departamento de Jimena. Cuando, por casualidad quede solo con ella, luego de una pequeña conversación, intente besarla. En ese momento trate de convencerme de que era para salvarla de Carlos. Ahora se que quería salvarme a mi.
¿Qué haces?
Nada… bueno, yo pensé que...
¿Qué pensaste? Si sabes que estoy con Carlos.
Carlos es un mentiroso _ dije en el mismo momento en que Carlos y la otra chica entraban en la habitación _ es mentira lo de la donación. El te vio entrar al comedor, y mintió… mintió como le miente a todas.
Los segundos de silencio que siguieron parecieron durar horas. Andate, dijo después, conteniendo las lágrimas. Andate hijo de puta.
Por primera vez lo vi a Carlos rogar. Perdóname, perdóname por favor. Con vos va a ser diferente, por favor. A vos te amo de verdad. Jimena no le creyó, pero yo si.
Ella fue inflexible. Que no, no y no. Para tu próxima relación, si no queres que termine asi, se honesto.
Salimos a la calle en silencio. Subimos al colectivo y nos sentamos en pares de asientos separados. “ser honesto” repetía: “ser honesto”. Una chica se sentó a su lado. Ser honesto. ¿Disculpame? ¿Me hablas a mi? No, dijo él, con acento español. Disculpa, es que soy actor y estaba ensayando mis líneas. Me llamo Osmar y soy de España.
Esa fue la última vez que lo vi. Ya no podía tolerar sus canalladas. Tal vez eso es parte de crecer: dejar de soportar algunas canalladas, y empezar a soportar otras. O tal vez fue que Jimena me transformo, como transforman las mujeres hermosas. Como transforma el amor.
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