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“El filosofo es el hombre que quiere saber del ser en la nada, del orden en el caos. Y quiere saber porque en ello le va su propio ser, su existencia […] En último termino preguntar por la posibilidad de una filosofía es preguntar por el Verbo, el Logos o la Palabra que hacen, precisamente, del hombre un Hombre.”

Leopoldo Zea.

Este texto expone el trabajo de Fernando Ortiz, desde el contexto filosófico, puesto que este gran hombre se encuentra dentro de los grandes de latino América. Sus trabajos escritos son abundantes y uno de sus grandes aportes que podemos considerar es el término de: Transculturación, el cual permite que su logos trasciendan más lejos de sus fronteras personales y nacionales. El ser humano tiene la cualidad de la palabra y esta manifestación la podemos considerar el paradigma que define lo filosófico de lo apaciguo.

La transculturación de Ortiz permite que el hombre y el mundo entero adquiera otra visión de si mismo, no solo desde el punto de vista nacionalista sino también racionalistas, ya que si aplicamos más afondo el termino, no quedaría lugar para la nación, considero que todos seriamos una especie de hermanos por el solo hecho de estar dentro de la transculturación. Esto es lo que me permite exponer que la palabra de Ortiz trasciende el sistema del ser humano estando dentro del mismo y da pie e a la filosofía misma. Comparable y de mayor peso incluso que la que actualmente se hace en el otro punto del continente.

Esto lo podemos cotejar con los términos de otros que son considerados filósofos, ya que se encuentren dentro del campo que afecta a todo el mundo racional. Como ejemplo podemos citar a Nietzsche cuando dice: “¿Dónde está Dios? Yo se los voy a decir. ¡Nosotros lo hemos matado, ustedes y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos!...” y no es que se este comparando la capacidad de cada uno, más aún, comparo la profundidad del termino y considero que Fernando Ortiz aun así tiene más profundidad que Nietzsche, ya que el primero solo abarca el campo de lo filosófico, triste carencia para los que pretendemos hacer o conocer de filosofía, mientras que Ortiz abarca lo sociológico, económico, cultural, entre tantos campos más.

Motivo por el cual aludo a reconocer a los filósofos que tenemos en latino América, los cuales son de gran importancia y trascendencia que marchan más lejanamente de nuestras fronteras. El análisis de Ortiz será la pauta para comprender más afondo lo que podemos considerar filosofía americana.

Ortiz, tomando como punto de partida las diferencias en los procesos de colonización y las diversas respuestas ante la opresión establecidas tanto en Cuba como en el resto de América, lo cual demuestra la complejidad de la transculturación como punto de partida para comprender la complejidad sociocultural caribeña.

Iluminado por el pensamiento de José Martí, Ortiz pretende rescatar al igual que el estilo Europeo la cualidad de rescate, solo que este profundiza más en lo que se refiere a sus raíces, a su pueblo transculturado, los cubanos vieron en la talentosa y magna obra de Fernando Ortiz (producto de años de dedicación y sacrificio) un apoyo a la idea de la conformación de la nación. Autodidacta, dotado de una metodología positivista, el famoso antropólogo crea dos términos para referirse a su valioso campo de investigación: afrocubanismo y transculturación. Términos que al igual que otros que son considerados filósofos tienen un origen anterior a ellos mismos, pero que por su capacidad de razonamiento, son ellos o en este caso Ortiz quien los hace notar y le dan el valor que se ganan en el campo del logos.

Por esto solo basta profundizar en las ideologías del ser de Ortiz para rescatar lo filosófico, por su logos mismo, puesto que su nivel serio la tiene muy en alto como menciona Luis Villoro solo que con el termino científico: “Sólo habrá una escuela filosófica propia cuando alcancemos un nivel científico en la filosofía semejante al de los países avanzados.” Y no es que se este refiriendo a el nivel de ciencia o a su tecnología industrial, más aún, se alude a la seriedad de investigación, a la complejidad, a todo lo que es capas de abarcar la palabra en si misma. La profundidad y la seriedad requerida, lo cual alcanzan los términos de transculturación, cubania y cubanidad.

Sus coetáneos, considerando su independencia, pero también la amenaza dentro del torbellino (los Estados Unidos), sintieron como una urgencia la valoración del mestizaje, gran determinante en la población de la isla; para mostrar las yuxtaposiciones y el amalgamiento de culturas que desembocan constantemente en renovación de sincretismos culturales y sobre todo para resaltar la importancia de la presencia negra en la cultura cubana, debió recurrir a cierto atavismo en las obras Los negros esclavos, La africanía de la música folklórica de Cuba, Los bailes y el teatro de los negros en el folklor de Cuba. Rescate que justifico en las obras antes mencionadas y más todavía. A semejanza de Vasconcelos solo que este con menor alcance para la defensa de su logos, pero no sin menor importancia: “Todo para indicar que, mediante el ejercicio de la triple ley, llegamos en América, antes que en parte alguna del globo, a la creación de una raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica:”

Pero la a transculturación aludida en la obra de carácter lingüístico, va más lejos de lo que Vasconcelos, ya que rescata como ya mencione las palabras de Cubanismo y Cubanidand, los cuales son presentados en su entereza, en la obra Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar, en la cual presentó una generalización y rectificación conceptual de sus investigaciones precedentes. Allí sacó a la luz en toda su amplitud el mestizaje del paladar y el valor de la palabra, de la conciencia, de la riqueza y por fin de la cultura cubana, aclarando siempre que ese proceso está en continuo movimiento y transmutación, que por supuesto se refleja en el arte. Por eso Ortiz debe ser rescatado como un gran filosofo que alude a su palabra, ya que esta no es como una competencia donde se termina y ya, en una competencia uno puede decir he terminado y retirarse a descansar, es un aislamiento. Pero Ortiz da formas con estos dos términos más, ahora mencionados, es un aludir al movimiento al delirio filosófico, al resurgir de la palabra y desvanecer las quimeras, esta dentro de la maldición del filosofo, dudar de todo lo que se dice y tener que cotejarlo, defenderlo con otros términos, en el que al final encajen todos en un sistema, este es para él la transculturación que sigue dando cabida y no se acaba.

Ortiz sobre sale por su intelecto, resuelve su enigma, el cual es el origen de los cubanos, el ser de si mismo, el saber que son parte de una patria que los acoge, que los rescata, que los transcultura por su libertad implícita en si.

El antropólogo nos muestra que cada hecho tiene su anverso y su reverso, lo que nos muestra y lo que nos oculta, resulta a la vez revelación y enigma, que la antropología descifra e interroga. Con el azúcar y el esclavo transmigró el “Espíritu Santo”, dando un nuevo sincretismo religioso, la santería, que se aleja tanto de sus orígenes africanos como del catolicismo español. La cubania y cubanidad, son pues ese anverso y reverso, lo que permite hacer un análisis de la misma cosa, pero desde diferentes perspectivas, que noción más clara de la cualidad filosófica de Ortiz.

"las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura [...], sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera al desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación. Al fin, [...] en todo abrazo de culturas sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos. En conjunto, el proceso es una transculturación, y este vocablo comprende todas las fases de su parábola"

Es curioso ver como se mantiene esa rivalidad que los filósofos se dedican a debatir en sus propios términos, se tienen que complementar, se tienen que hacer uno, por eso es Ortiz un filósofo del logos, de la palabra, del sincretismo no solo de Cuba, sino de todo el mundo. Aunque cabe aclarar que el se inicio por el gusto de la cultura misma, por el gusto de su América, términos que podemos decir retomo de José Martí, pero que a Ortiz lo llevaron al gran nivel filosófico que consiguió, la gran dificultad con la que se tiene que hacer hermenéutica y filología de cada una de sus palabras. El complemento del filósofo que se requiere y del que se habla tenazmente, de los maestros o escuelas actualmente.

Fernando Ortiz tienen en si mismo el atrevimiento de estudiar las relaciones dominados- dominadores y viceversa. Estudios que ya se venían haciendo desde Tomas Moro, San Agustín, incluso el mismo Sócrates. El primero partiendo de las plantaciones de azúcar y luego de las ciudades, mostró fusiones y nuevos sincretismos culturales en constante movimiento dentro del sistema piramidal de explotación.

Fernando Ortiz usa muchas metáforas para ilustrarla en su móvil complejidad social, cultural, religiosa y económica, es evidente; la relación es concebible pero no es posible abarcarla en su totalidad. La transculturación se observa, la relación se cuenta. Por esto Ortiz apuesta al valor del logos entendido como palabra, escrita sobre todo.

Ortiz desarrolló la idea de que no existe una raza cubana, el etnos no es la médula de la cultura, sino un resultado cambiante de sus transformaciones y evolución histórica. El etnos encuentra en el mestizaje trans-fusión permanente en todas las facetas culturales. Como dice Zea: “la filosofía tendrá como función no sólo hacernos conciente nuestra condición de subordinación, sino también la forma de superar esta condición.” Esto es lo que hace Ortiz sacarnos de esa condición y no solo a lo latino americano, más aún, a todo el resto del globo terráqueo. El etnos nos haría estancarnos, pero ahora que nos reconocemos como transculturados, podemos rescatar lo propio, nuestra historia, nuestro origen sin acomplejarnos por una sumisión pasiva de nuestra parte.

Por esto la permanente obsesión por acercarse a la comprensión de la cubanidad y la cubanía denotan una rebelión del espíritu nacional contra la dominación foránea, rebelión que se expresaba en la forma de enseñar en las escuelas, en el carácter de las publicaciones periódicas, en las distintas manifestaciones del arte y de la literatura y en las agudas polémicas que se desataron alrededor de los problemas nacionales.

Ortiz llego a considerar como elementos propiamente nacionales elaboraciones culturales, realizaciones humanas en el tiempo, esto es, logros históricos y no consecuencias raciales.

Por lo tanto el impacto que este conjunto de textos ejercieron sobre el sector intelectual latinoamericano incidió enormemente en la elaboración de ciertos modelos narrativos cubanos de la primera mitad del siglo pasado; al producir percepciones y concepciones autocentradas, cambiaron la dinámica intelectual y contribuyeron a desarrollar campos unificados de intercambio que estabilizaron y formaron el modelo de comunidad imaginada de la nación cubana.

Para enfatizar esto y a manera de conclusión podemos decir que Ortiz cuenta con una gran virtud dialéctica, que podemos buscar dentro de sus escritos, más verdades de las que percibimos a simple vista, el ejemplo más palpable lo encontramos en el termino transculturación como ya lo venimos viendo, el cual se encuentra dentro de la filología para un gran análisis. Y no solo por eso, más aún, por la capacidad de estudio que nos brinda y la gran polémica que levanta tanto en América, como en el resto del mundo.

Podemos decir que para Ortiz las reglas no son suficientes, que no solo le basto con decir que cosa es transculturación, cubania y cubanidad; puesto que también dio ejemplos de estos termino que con el transcurso del tiempo se hacen reglas, que nos rigen y nos permiten realizar estudio, que siguen dando que decir y que no dejan de fluctuar dentro del contexto actual.

Ortiz nos hace recuperarnos, encontrarnos con el término de transculturación, nos hace recuperar ese nacionalismo y ese reconocimiento por América latina, que nos ensalzamos, nos levantamos y cotejamos con el amor a la patria. Recuperamos nuestro ser nos liberamos, arrancamos las mascaras como diría Octavio Paz:

“Estamos alfil solos. Como todos los hombres. Como ellos vivimos el mundo de la violencia, de la simulación y del niguneo: el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos o prime y que al ocultarnos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas máscaras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezamos a vivir y pensar de verdad. Nos aguardan una desnudez y desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.”

Con esta cita podemos rescatar el valor de las palabras, del logos de dos seres de tanta trascendencia, los cuales apuestan por esa liberación, por esa caída, del hombre para poder salir, de lo que seria la tiranía, para poder entrar en la realidad propia, en el reconocimiento de los coetáneos y en la historia del hombre mismo. Para llegar a lo que Martí Brenes mencionaría como “justicia social” o el mismo José Martí llamara “el cambio de espíritu”.

Por esto se alude a grandes hombres con grandes palabras, que como ya se menciono salen más lejos del ser que las pronuncia y traspasan las fronteras. Por esto se debe colocara a Ortiz como un gran filosofo, por todos sus aportes, que tienen mucho que ver con el ser mismo, con el hombre con la libertad, con los valores, con la moral y las condiciones de lucha social por mantenerse en los ideales de los pueblos que nos conforman, de nuestras raíces tal y como somos actualmente.

Pero es triste no poder reconocer todo esto y que actualmente no se le de el reconocimiento a autores como Ortiz, y muchos otros que deben existir que nosotros mismos como latino americanos, desconocemos, ignoramos su potencial y no somos capaces de involucrarnos en sus aportes, enfocándonos en los clásicos de la filosofía creyendo que es lo mejor, claro esta tampoco digo que los dejemos de lado y ese no es el caso en este trabajo. Por eso debemos preguntarnos por el verbo, el logos, la palabra de nuestra América y no la que nos venden los mismos filósofos como producto de un arraigo suyo y no nuestro. Olvidamos nuestra filosofía, a nuestros autores a nuestro logos.







Bibliografía:

ZEA, Leopoldo, La filosofía americana como filosofía sin más. México, Ed. Siglo XXI, c. 2003, 119 pp.

NIETZSCHE, Friedrich, La muerte de Dios. México, Ed. UNAM, c. 2004. 45 pp.

ORTIZ, Fernando. "Del fenómeno social de la `transculturación' y de su importancia en Cuba", en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, 1983.

VASCONCELOS, José. La raza cósmica. México, Ed. Porrúa, c. 2005. 162 pp.

PAZ, Octavio, El laberinto de la soledad. México, Ed. FCE c. 1999. 351 pp.


Texto agregado el 19-07-2006, y leído por 303 visitantes. (0 votos)


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