PERROS
Se acerca García, aunque no lo vea. Saco a pasear el perro. Viene vestido con un pantalón lleno de agujeros.
García ni siquiera se da cuenta que hace el ridículo. Es que esta situación se ha prolongado durante tantos años…
Siempre elige esta vereda. Delante va su motivo de orgullo y digo esto convencido porque ese perro chiquito que camina como de costado, ¿vio? con el culo medio ladeado y con el hocico sucio, representa perfectamente a su amo. Bah, a lo que su amo quisiera ser alguna vez. García lo mira orgulloso y dice:
-Nooooo…..quieto, quieeeeto…
Al escuchar estas palabras, el cuzco siente como si mil ampollas le explotaran en las orejas, saca pecho, se infla como un sapo y gruñe amenazadoramente al aire, a los vecinos, a las bicis, a los coches….Allí va García, con Pechito a la cabeza.
-Nooooh, quiieto- alarga las vocales García.
-Ay, García, que el otro día su perro corrió al Jorge hasta la esquina.=
-Es que lo tengo que contener, Lucre. Tiene la mala costumbre de atacar a los que no conoce.
Pechito asiente.
-Nooo, Pechito, pórtese bien que si no no hay cena, ¿eh?
Todos los días García y Pechito entre las cuatro y las cuatro y media salen a dar una vuelta. Todos los días, llueva o granice.
Afuera los larga La Bruja.
Pechito avanza, tres o cuatro metros delante de García, olisqueando cosas, una rama, la pared, haciendo lo que suelen hacer los perros.
Pero ese miércoles pasó algo.
En medio de la cuadra había un perrazo enorme, echado sobre la vereda, aburrido, observando la nada, mientras la Mili hablaba y hablaba con la Bruja.
Pechito no sabía que habían invadido su territorio, así que dobló como siempre por la esquina de mi casa. Yo estaba lavando el coche y lo observé, el loco venía tranquilo y manso, cuando de repente levantó la vista y vio a su enemigo: allí mismo Pechito se paró en seco, con una pata doblada en el aire, paralizada, justo antes de tomar contacto con el suelo. García recién doblaba la cuadra y en un instante comprendió que Pechito podría hacer una carnicería. ¿Qué hizo García? Sí, mi estimado lector, usted y yo hubiéramos hecho lo mismo.
-Noooo, eh, noooo, quiiietoo, muy quiiieto.
Pechito: la cola tiesa, la pata enyesada en la brisa tibia del verano porteño, el agua de la manguera que salía desorientada y salpicaba cualquier cosa, a treinta metros, el perrazo, la Mili y la Vieja que dice:
-Pero si ahí esta mi marido, andate, Mili, porque viene con el perro y se puede armar lío.¡Espera Jorge!-su grito atravesó la cuadra hasta la esquina- ¡Ya se van!
Mili agradeció, el perrazo se desperezó, se extendió sobre la vereda, hizo un saludo amistoso y corrió junto con su dueña. Ni siquiera miró al matador. Pechito, quieto, abusador, fija al frente la mirada.
-Vamos, siga y no haga nada, ¿eh?-me miró García-.
-Qué perro éste. Bravo, nomás-le contesté-.
La manguera volvió con su carga refrescante sobre la chapa almidonada. Allí van Pechito y García, duros de matar. La Vieja les va a dar pa que tengan que no la dejaron chusmear con la Mili perrodemierdapatadaenelculoquientecreeesquesosperoqueridamiraqueliosehubieraarmadoentrainfelizytraem eunasillaquequierotomarfresco.
Termino de secar todo. Ya esta. Brillante. Pinta barbara. La cuadra esta desolada. Solos el coche, yo y La Bruja que me mira.
-Noooo,noooo,quieeeta.
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