En este banquete infernal,
los demonios nos sirven el pan,
acompañado de un rojo vino,
para las entrañas de los amantes quemar.
Y los ángeles intoxicados en pena,
son vívidos testigos de nuestra desgracia,
mas esperar el brindis de la muerte,
es lo único que falta.
Abigarrado drama,
que me mantiene en pie,
mientras balanceas,
llena de elixir tu copa.
Y los corazones de los amantes,
se estremen y retuercen en la carne.
Pobres latidos, gimientes de perdón,
esperando un humilde salvador.
Mas ya no hay morfina, que cure,
heridas del amor.
Pues con los poetas, ya se suicidó.
Que vaga sensación,
mientras cae de mi boca,
el último suspiro;
la desesperación.
De repente en mis oídos,
aquella palabra resonó:
..
¡Salud!
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