Azotaba el puño inerte ante la impotencia y el desanimo, con la cabeza baja y un solo motivo
-que tonta eres, que tonta e inmadura!-, sollozaba,
era fuerte el sentimiento, no quedaba mas que pensar,
-si pensar te condujo a esto, ¿que queda por hacer?-, preguntaba a sus adentros,
Pasara el agrio tormento, se repetía una y otra vez, no importaba, ya había muerto, un hubiera en su poder,
cada vez mas, el eco le recordaba lo horrible que sonaba toda palabra desgastada por l voz, húmeda de llanto,
¡que entupida situación le había desgarrado el orgullo!,
se seco las lagrimas y pretendía no llorar mas,
el la había dejado sola con el cadáver entre sus brazos, deslizándose hacia sus piernas dejándole caer, imaginando el cuerpo arrastrado frunciendo sus ropas se dejo caer también, como queriendo morir con el.
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