Y sucede a ratos que me encuentro, me desencuentro, me vuelvo a encontrar. Y mi mente baila, al compás y apurada, el ritmo sonoro de un impertinente tiempo que siempre marca su hora. Sucede, entonces, que permanezco inmóvil recordando cómo el calor que desprende tu pecho me eleva hasta el cielo más alto.
Texto agregado el 08-01-2004, y leído por 155 visitantes. (1 voto)