Es un viento de susurro
que recorre lo ajeno en lo añejo,
en donde el aroma de apego
se confunde en un beso,
en labios de invierno..

En un instante
de aquel segundo transeúnte,
vivaracho,
que disloca los dedos
y dibujan mi entereza.
Aquel,
quien aviva mis deseos por completo.
Se presenta
y fragua un nuevo lecho.

Ese soplo
que recorre mis gustos profanos
en los vientres despoblados
del cariño obsoleto.
Quien se va atrapando en hielo
como copos de apego pulcro
que se quedan
arraigado en la tierra,
tierra de esperanza,
perenne.

Es ella,
elaborada de piel mezclada
cubierta de amor hecho
y deshecho,
el que me penetra
como pisadas de arena.

Adentro mío,
deja su rostro tenue
que me traspasa de nieve,
que agazapada en mi alma
se mantiene en silencio.