De criatura a criatura
yo te imploro,
guardame el gesto amable
que dibujan tus ojos,
cuando llena de escombros
deposito mi memoria,
en el tibio lugar
de tu reposo.
Quizás ignores,
en defensa propia,
que mis manos
te acarician interminablemente,
por las mañanas grises,
por las tardes soleadas
y por las noches siempre,
se apoyan en tu abrazo
y quietas se adormecen,
en el enigma sagrado
de tu silencio ingrato.
De criatura a criatura
te prevengo,
mi sangre se precipita,
cuando
la desnudez de mis desgarraduras,
chocan contra tus huesos,
impenetrables,
como
la piedra que en mis sueños
tallo en vano.
De criatura a criatura,
se que no habrá descanso,
no te conmueve
el ritmo de mis pasos,
ni la sucia y ensangrentada esencia,
que derramo por todos mis costados.
Soy como la tormenta,
temerosa
que promete relámpagos azules
y se ahoga en un charco condenado
a no ser mas que eso,
agua que poco a poco desaparece
dentro y fuera de su propio
desamparo.
De criatura a criatura
yo te imploro,
guardame un gesto amable,
que todo lo que toco se congela,
se transmuta en olvido,
en puñado de vidrios
que se clavan en mí,
multiplicando
los combates perdidos
desde mi nacimiento,
consagrado a la búsqueda
insensata de un reino,
en donde la princesa muerta
se refugia en tus huellas
deambulando sin rumbo,
desde aquella costilla
que nos dejo cortados en mitades
buscando un gesto amable
para esta despedida interminable...
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