¿Cómo describir aquello que está frente a mis ojos? Si todo cuanto observo se hará seco como polvo en el desierto, y, por cualquier lado que se mire, habrá un recuerdo que se guarda en un silencio universal, como ante la presencia de un cadáver inmortal...
He visto tanto hoy día que me siento contento, pleno. Uno asimila vivencias, es inevitable. Aprender a vivir, esperar la imprevisible, sentir lo que se tiene que sentir para el bienestar general, es algo genérico que cura sin esfuerzo.
El saber apreciar un día en donde cada momento se convierte en alegría, propio de la gente joven, que viven ilusiones y saborean el instante como un helado con crema, te convierte en una persona en la cima de su destino que contempla su entelequia junto a sus infinitas sombras poblado en un desierto de carne y sangre…
He caminado por este valle y he visto un lugar con cinco letras inmensas en cada esquina de una casa de infinitos colores. Y de ella han salido de seres impersonales a buscarme, y me ha gritado con sus lenguas viperinas, mas a mí no me agradan los gritos disonantes. Me pongo tapones en las orejas, y el silencio desvanece a estos seres, y viajo, a través de inmensos susurros mentales... hacia un cielo rodeado de caprichosas estrellas…
He visto que un ser humano llora ante sus hijos que día a día la quieren menos y menos, hasta que todo es más que besos de muerto. He visto el rostro de un ser adolescente, besando a su amante en un auto a las ocho de la mañana... Embarrados de pasión e imágenes vividas. Tuve envidia por aquel regalo que cayó ante mis ojos. Taponé mis pensamientos con otros pensamientos y continué mi caminata rumbo a un destino, el mío.
¿Para qué continuar contando aquello que he conocido si todo cambia constantemente de color, forma, sentido...? No lo sé y es una cosa más de las infinitas cosas que tampoco sé. Decirse que es la hora de la felicidad, que es el tiempo de arrojar todo pasado y futuro por apreciar este momento, el resto del tiempo que nos queda en este puerto de espera, columpiándonos frente a los ojos del día y la noche, es algo inmoral, pero, muy natural para nosotros mismos.
Y por último, he visto que mi cuerpo cayendo como letras tras letras sobre el lienzo de mi vida, a través de la máquina del tiempo, desde que hace muchas noches no he pegado los ojos sobre el umbral de la oscuridad del agotamiento y del sueño, de la nada, del absoluto inmoral.
¡Ya viene, ya viene! Es el grito de las aves por la mañana, mientras la noche oculta extrañas figuras sobre el compacto pensamiento que albergo en unos de los cuartos de la conciencia...
He visto con los ojos sin retina ni brillo que no hay nada nuevo bajo el sol, nada, nada... Todo es silencio sobre el marco de un color absoluto y seco…
San isidro, julio de 2006
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