Escribo esto, probablemente no sea bueno, pero no crean que es fácil. Procuro mirar las cosas con este prisma opaco del cual no entiendo mucho, a la vez intento utilizar las palabras más adecuadas que el escaso vocabulario del idioma me permite. Intento limpiar este prisma el que quizás hace un par de décadas fue mucho más brillante. Con el borde de mi camisa pulo este prisma, pero no parece aclararse. Hay quien me dice que quizás deba usar la camisa de otro, pero ¿Cómo podría yo ensuciar la ropa de otro limpiando mi propio prisma?, lo limpio con desgano mientras mi camisa sigue ensuciándose y las quemaduras de cigarro me dan el extraño aspecto que molesta al pasar, así la gente pregunta ¿Quién es ese tipo de ropas sucias y raídas?, me detengo a mirarlos, esperando que de mi boca salga la respuesta acertada, pero no la encuentro, agacho mi cabeza y sigo caminando con la convicción de poner un pie delante de otro por vez, caminando por caminar o eso creo yo. Nunca tendré todas las respuestas, es más que lógico, no necesitan pensarlo, pero quizás algún día tenga algunas más de las que me acompañan hoy. Existe una pregunta, tal vez la más fundamental de todas para mí, ¿Por qué camino? Y hoy solo puedo pensar una cosa; camino pues soy un niño en un cuerpo de joven, un niño que sigue mandatos divinos y sociales que aún no entiende. Mi prisma a veces está un poco más limpio, yo miro a través de él y veo la palabra, la conclusión precisa para un final menos desolador, pero quien me conozca un poco sabe que esa palabra no saldrá de mi boca y jamás será escrita al final de mi historia.