Cuando miro aquella reja
del chalecito mistongo
apenas me lo propongo
estoy pispeando a la vieja
llevando en el delantal
sus empanadas caseras,
y aquel perro en la ribera
de mi riachuelo inmortal.
La escuela y mi señorita...
y lo de hacerme la rata,
las galletitas en lata,
el trompo y las figuritas.
Los paseos en tranvía,
pa´visitar a la abuela
macaneando que la escuela
no funcionaba ese día.
Esa vieja curandera,
cataplasma, sanguijuelas,
sopita de chiquisuela
pa´hacerme crecer sanito.
Pan horneado, calentito,
con manteca o mortadela.
Sentada bajo la higuera
atendiendo a sus clientes
que le contaban dolientes
los síntomas de sus males.
Muchas veces no eran tales
sino apenas carraspera.
Pa´todos tenía remedio,
preparaba unos yuyitos,
les daba unos concejitos
y cobraba la consulta,
era una especie de multa
pa´que la tomen en serio.
En el fondo un gallinero,
el maiz en el cuartito,
la jaula con pajaritos,
un jardín en las macetas,
y una lechuza coqueta
debajo del duraznero.
Una casa de madera
con su techito a dos aguas,
los sombreros y paraguas
descansando en el perchero,
pa´usar en los aguaceros
y proteger la mollera.
El patio con esa parra
y el chiflido del sodero.
Hasta el carro del lechero
que con sus tarros de lata,
vendía leche con nata
midiendo con una jarra.
Así recuerdo mi infancia:
nostalgias con alegría...
reviviendo aquellos dias
cuando me agarra chochera,
por la casa de mi abuela
ya perdida en la distancia.
ergo
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