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Por desgracia o por favor me ha sucedido, alguna vez me han hecho necesaria y a veces infinitamente confundida y más de una vez, inútil. Henry y yo entramos al bar y cómo no había lugar en las mesas con velas nos quedamos en la barra. Que risa de verguenza me provocó imaginar que frente a nosotros, sentada en el final de la barra estaba una muchacha que conoci hace muchos años y hace unas horas yo misma veía unas fotografías en blanco y negro de su cuerpo desnudo en la habitación de Henry. Estaba en la misma cama y la sala que yo he conocido los ultimos meses. A pesar del tiempo, yo jamás me he comprometido en alguna forma con Henry, no deseo hacerlo y no lo sueño. Jamás he deseado eso de un hombre. De los amigos lo deseo y no lo tengo. Y de mi familia, no lo necesito y sin embargo es impuesto. Y algunas mujeres no piden compromiso de algunos hombres pero siempre lo aceptan. Encontré a Adri en la barra cuando veía el tamaño del lugar, pero despues, no fuí sólo yo quien la miraba, sino era Henry quien no podía quitarle los ojos de encima. Y nosotros dos en silencio. No me senti humillada, me senti observada por ella, porque sus ojos y sus pretextos para no ver a Henry esa noche me los quería hacer sentir de la forma más indiscreta, mirandome y quizá reconociendome de aquellos años tan viejos. No la volvi a mirar y ella no me quito los ojos de mi perfil, no nos saludamos. Me dio risa lo trágico y risible de la situación porque pensé que solo una comedia shakesperiana hubiera tenido el mismo contexto y aguanté mis carcajadas escuchando la musica de los Fabulosos Cadillacs que al fondo le decían a una amante extraviada "vamos mi cariño ya no llores mas, que esta noche cambiare, por vos yo bajaría el sol...o me huuundiría en el mar".
¿Cómo llegué a estar sentada a lado de Henry en este pequeño bar lleno de gente sólo conocida por él y tan lejos de mí? A veces creo que conozco a estos tipos de la peor manera y por lo mismo debo terminar con ellos siempre de la peor manera. Es como si yo tuviera un metodo en mi mala suerte y sólo el azar pudiera joderme con bromas cómo la de no reirme en cara de Henry por su mala suerte de encontrar a su ex en el bar donde le voy a dar su despedida. Henry, quien me parecia un desequilibrado cuando lo conoci y del quien siempre olvidé los detalles en las historias de su madre histerica y su padre muerto que me contaba antes de dormir.
Desde que conozco a Henry me impuse regresar al mundo y dejar su cama lo antes posible. Siempre lo antes posible, me prometí que era la ultima vez que lo veía, porque me sentía como una imbecil al no tener un buen gancho al higado cuando manifestaba su inmaduro estilo de echar bronca cuando quiere imponer sus ideas o presunciones.
El mal chiste se repetía cuando Henry, entre ebrio y elevado por las mezclas de marihuana y tachas que antes de salir siempre estamos consumiendo, me decía que esa noche Adri no era sólo una chica más quien estaba frente a nosotros, sino habia otras dos en el bar. ¿De que se trataba entonces? con cada declaración que Henry ladraba se me parecía más y más a un espejo roto que me provocaba mala suerte y risa de histeria. Además, yo me sentia más y más el centro de atención de un espectaculo al que nunca pretendi asistir y sin embargo parecian haber organizado para mí como una sorpresa que resulto ser un mal chiste para mi. Si, me senti ridicula, parte de un chiste que Henry y sus antiguas novias estaban armando para tener algo de que hablar durante los años siguientes cuando vieran mi cara o me encontraran en la calle. Odie a Henry por imbecil, por falto de sobriedad y por no tener jamás la misma calentura de la cama como para salirnos de ese bar.
Al final del trago salimos de ese lugar y creo que me rei para romper el silencio. Henry tenía la cabeza llena de recuerdos, alcohol y las tachas solo podían tenerlo caminando de prisa a un lugar que ya tenía el oficio de ser macabro por aburrido.
Mientras caminabamos, yo no sabía que pensar de mi, de Henry, de las mujeres, de los hombres, del sexo, de mis amigas, de la noche, de todo, envidio la fuerza bruta que tiene la frivolidad y la ignorancia para evitar ciertos pasos en metodos que tienen el mismo fin que el mio: vivir o regresar a un bar por los tragos. Desearia tambien ser sólo ingrata o infame y no compadecer a Henry por lo que sucedio esa noche y reirme en su cara sin importarme las consecuencias de un acto así.
Si, quisiera tantas cosas para todos tambien, pero imagino las que yo quisiera y son muy distintas a las que este hombre y tantos otros han querido conmigo ¿porque sucede eso? ¿porque asumo que mi indiferencia a veces es quiza la unica solucion? Sin embargo, soy tan mala actriz y tan mala portadora de mascaras y poses urbanas que ni los hombres o mujeres que me acompañan en una cama, un aula, una oficina parecen notarla e incluso se suman a proyectos que jamás secundare. Cuando quiero quitarme la mascara ya se me ha pegado a la cara. Si, me odio por ser tan mala actriz, ni siquiera puedo actuar como yo misma porque... no me creen, la injusticia del publico creo.
Cuando por fin llegamos a la aburrida situacion de la noche, fuimos por unas amigas (se repetiran tantas otras que ya no se si esta fue la peor) Ellas parecian más molestas por mi retraso que con ganas de conocer a Henry. El deseo de lo segundo se materializo cuando hablaron con él y decidieron cual era mi principal motivacion de estar con Henry: se parece tanto a Ella.
¿Porque? ¿porque me recuerdan a ella? ¿porque me quitan al Henry de la cama para ponerla a Ella? Algun día por la mañana me aterré cuando la sombra de la nariz de Henry o una forma de mirar me devolvió a otros tiempos y a otra cama donde Ella me hacía un gesto burlon y hasta premonitorio de lo que sería mi fin y no el de ella: el ridiculo. Ese día el gesto de Henry me aterro, me provoco un escalofrio y deje de visitar a Henry por unos días... pues Henry parecía resucitar algo que me había hecho tanto daño como adiccion. Y todo por amor. Si, casos donde Ella estaba involucrada me convertían a mi en una Gelsomina de Fellini que ignoraba la masoquista actitud por la devocion que sentía por alguien.
Cómo no quería evitar el daño a terceros y quise vengarme de todos esa noche, de mis amigas por su mala educación de recordar a las camas muertas y de Henry por bestia nos regresamos al primer bar.
Y ahi seguía Adri y el ejército de mujeres que junto con Henry se habían apoderado de esta noche para fumarse mi paciencia. Henry finje urgencia y busca el baño para desaparecer de nuestro lado. Mis amigas son tan entretenidas como la vela de la mesa que quizá tiene más oportunidades de reirse conmigo que ellas. Mis amigas parecen no comprender que Henry es un imbecil y que no tenemos nada en comun aparte del sexo y que es un error o un prodigio de indiferencia que estemos juntos. Me rio con la vela y una de mis amigas, la que por su cuerpecito parece un chico de doce años fumando, me mira con lastima y le dice a la otra que soy otra. Y pienso que si ella fuera más lista y menos virgen, el lema le serviría más a la Coca-Cola que a mi. Yo detesto estar afuera de mi casa algunos días, pero salir para cansarme de esperar una buena ocurrencia de mis amigas es como estar frente a una television desconectada y esperar a que llegue alguna imagen. Asi sucede con las chicas que conozco, la mayoria me habla de cosas tan aburridas que sólo bajo los efectos de ciertas drogas o alcohol las puedo entender como si lo que contaran fuera una ficcion real y no un chisme de quinceañera antigua.
Una de mis amigas me cuenta sobre un amante que estrena y me presume su condicion de mujer plena y orgasmica constante, lo hace frente a mi y a una virginal mujer de apariencia infantil y masculina que sigue fumando en silencio. Miro la vela sin dejar de pensar que si fuera una competencia sobre mejores cogidas este año, estoy segura que por segunda o decima ocasion la dejaria bocabierta con las proezas de Henry o Sam, pero decido que lo mejor es fingir escucharla. Incluso pregunto algo. Yo no impongo reglas a quienes les fingo importancia y es por eso, porque no me interesa el daño o el beneficio, todo es indiferente. Pero mis amigas me preguntan por Henry, porque ya tenemos o esperamos la segunda ronda de tragos y él sigue desaparecido. Les miento y con mi usual inventiva de viajante psicoactiva les confieso que Henry es un artista y no soporta estar rodeado de gente desconocida y se ha ido a refugiar con el cantinero. Pero miento para mi y sólo para mi porque cuando mis amigas se levantan al baño las cuatro o seis veces que lo hacen durante las ultimas dos horas, habran visto, como yo, a Henry el hombre, el Henry despechado y con el corazon roto por tener de frente a Adri, la mujer que quiza quiere, que le revienta algo por dentro y que este viernes le cancelo una cita acordada hace un mes porque algo le surgio y ese algo fue otro hombre que ahora le pagaba todos los tragos a Adri en la barra de este bar mientras yo me hundia en ridiculas reflexiones sobre mi, mis amigas, Henry, el mundo y todo esto durante la noche de un viernes que hubiera pasado estirandome en mi cama o teniendo estas mismas ridiculas reflexiones frente a la pantalla de cine a solas.
Que ridiculo resulto ver al pequeño bar ganar espacio con la huida de tantas personas mientras mi aburrimiento se iba expandiendo dentro de mi. Comprendi que existen logicas inversas y son proporcionales a la hora del día y mientras la madrugada se instala, el vino siempre se acaba y sólo quedará dormir, incluso si hay sol.
Henry tomo asiento en una silla que aparecio cuando yo regresé del baño y cómo si odiara a mi compañia, les pregunto si interrumpía algo. ¿Que va a interrumpir? si no hay más que miradas sospechosas que me regalaban un consuelo por Henry, consuelo que yo no pedia.
Mi vida es la ficcion y tengo demasiada de ella conmigo misma, jamás he necesitado estimulos de segundos, yo misma selecciono la vida ficticia que escribo y vivo, la que no me gusta la deshecho. La cuento y se va.
Yo no sé si mi intoxicacion de aquella noche, mezclada con los vodkas y tequilas me instalo en un limbo de cortesia que me condujo como zombie a escuchar a Henry con calma mientras él pedía que nos fueramos. Fue más agresivo cuando dijo que tenía sueño pero aun así, fue suave cuando al no ver mi aceptacion trajo vodka para los dos. No creo en las personas. Ni siquiera creo en lo que miro o vivo, en primera porque he sido miope casi toda mi vida y segundo, porque el mundo que conozco a veces me regalaba milagros y desgracias inimaginables para el propio Cortazar o Dante.
Me levante con Henry por más tragos y ya sólo rei para mis adentros, porque todos en el bar lucían igual o peor que yo, los de las pocas mesas a mi alrededor, los de las dos barras y unas parejas en las escaleras, cuando cruze miradas con algunos estos se sonreían como si el viaje de la intoxicacion canabica y alcoholica les provocaran una solidaridad con mi ridicula decision de seguir con este circo de esquizofrenicos que supone Henry y sus chicas, mis amigas y la vela. Todo me obliga a tomar un trago más y detenerme a platicar con unos amigos de Henry que hablan sobre Cuba como si fueran George Bush o un estudiante de teatro con pose de intelectual que quiza desconoce el principio de hegemonia politica en cuestiones de resistencia internacional y en tiempos de la muerte globalizada.
Me retiro con el trago fingiendo que mi amiga lo pidio y parece que se olvidan de quien son antes de darse cuenta que ya los deje. Odio a los chicos que sin lecturas me imponen su mundo de ignorancia, chauvinismo o radicalismo. Les odio.
Mientras mis amigas entonan las aburridas canciones de Sabina y una de ellas canta con falsete de Lucerito, Henry regresa a sentarse con nosotras. Ahora ya no recuerdo como recupero su tono de vos y dejo de ser Henry el desesperado, para pedirme con modestia ¿o verdadero cansancio? que nos salieramos de ahi. Pienso que quizá ya se fue Adri pero él me corrige diciendo que Adri no se ha ido y él ya esta harto de verla ahi.
No sé si mis amigas escucharon pero mientras en mi oido derecho sigue el canto de Lucerito ebria, en el oido izquierdo me llega el aliento caliente de Henry que con la barbilla en mi hombro me dice que yo le puedo entender porque le conozco más y quizá ya adivino que piensa él porque somos casi iguales. Eso me aterra. Me descalabra y de un jalon, como la primera llegada al bar, me termino mi trago. Henry sonrie y quiere besarme, finjo distraerme en la vela que se apago y no miro el rostro de Henry, que se habra puesto serio.
Salimos y afuera la noche es fresca, nueva, silenciosa y hasta me parece un frio paraiso donde todos nos estamos despidiendo de todas nuestras pesadillas que se quedaran encerradas en ese pequeño bar que por desgracia, abrira sus puertas mañana a las 6 pm.

Henry dice y explica algo sobre chicas lindas sin creacion, sin darme cuenta llegamos a la casa, jamás había sido tan corto el trayecto. Él seguia diciendo algo sobre mi pero ya no escuché bien, o ya no quiero y estoy segura de que esta noche tome una decision fuertisima y que fue como abrir una puerta que habia estado cerrada por tanto tiempo y sin saberlo. Sentí que mis temores fueron derrotados al abrir esa puerta clausurada y sentir que sólo entró un fuerte viento que me alteró al principio el equilibrio, pero no del todo, porque mi decision era esta: no volver con Henry. Dormimos y horas mas tarde o antes de que saliera el sol, lastimo mi brazo cuando juraba que me quería más que a nada.
Me sentí inutil porque ni siquiera puedo recordar con precisión que decía, no me importo o quizá yo no lo pensaba de esa forma. Me desperté y deje de leer en su mente, sin más ganas de saber que sucedía ahi dentro pude irme pronto. Y muy rapido junte mis cosas y me fui.
¿Lo volvere a ver? Eso no lo sé. Abri una puerta que me saco de su casa y cuando sali imagine que habria un monstruo listo para destruirme y sin embargo sólo me despeino un fuerte viento. Y es como para que jamás olvide como leer ciertas cosas.

Texto agregado el 14-07-2006, y leído por 74 visitantes. (0 votos)


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